lunes, 26 de septiembre de 2011

La Coalición, que tan factible es?

Analicemos, como lo que es, un proyecto legislativo: Para iniciar, el contexto en el cual se sitúa el tema, es lo de la crisis de gobernabilidad, junto con lo de representatividad de los partidos políticos. Por el lado de la gobernabilidad, la crisis es producto de un gobierno incapaz de llevar a cabo una política homogénea y ordenada, por un problema sistémico, por un lado, y fáctico, por el otro. Sistémico, en cuanto la Constitución asigna a ambos poderes, Legislativo y Ejecutivo, prerrogativas muy similares, que en lugar de favorecer la elaboración y ejecución de políticas públicas, las obstaculizan. Por otra parte, la no reelección de diputados y senadores ciertamente favorece políticas fragmentadas y de corto plazo. Fáctico, en cuanto la influencia de algunos gobernadores, de los grupos de presión empresariales y mediáticos, y de intereses particulares de algunos grupos de legisladores, distorsionan las políticas de gobierno para satisfacer los negocios y la mezquindad de intereses de unos cuantos. Por el lado de la representación, los partidos políticos han perdido su componente ideológica que caracterizaba su identidad política, al mismo tiempo que en muchos casos venden o intercambian al mejor postor las candidaturas de representación proporcional. Y por el lado de las candidaturas por mayoría, ya es simple y llanamente cuestión de negocio con el electorado y los grupos de presión. En este contexto, tratar el tema de la coalición nos obliga a ir más allá de la teoría y evaluar si realmente el mecanismo de las coaliciones puede ayudar solventar las dos problemáticas. Desde el punto de vista de la gobernabilidad, en un régimen de gobierno como el actual, a mitad entre presidencialista y parlamentarista, el mecanismo de la coalición se aplicaría en el Congreso, y en ambas Cámaras, con el objeto de favorecer y promover la estabilidad de un gobierno emanado por una negociación entre el Presidente y algunos líderes de fracciones parlamentarias. Para ello, se necesitan de los candados constitucionales indispensables para garantizar los incentivos y los costos políticos en caso de romper la coalición. En este caso la reelección legislativa, entre otros mecanismos, propiciaría a que el electorado juzgara respecto a los resultados de un gobierno de este tipo. Por otra parte, las coaliciones tendrían que ser instrumentos para favorecer la implementación ordenada de programas de gobierno o de agendas legislativas. Para ello, se requiere de un espacio público de negociación y de concertación de intereses, que produzca una definición clara de una agenda legislativa y de un programa político, con sus prioridades, indicadores y responsables, lo cual podría limitar, en parte, el efecto distorsionante de los grupos de presión. Finalmente, no nos hagamos ilusiones, la coalición favorece y promueve la repartición de puestos en el gobierno entre los grupos afiliados al Presidente y los vinculados a los líderes de las corrientes parlamentarias. En este caso, la lógica diría que la repartición de las carteras secretariales tendría que seguir la definida en la agenda programática del gobierno de coalición. En el sentido de que cada grupo tendría la responsabilidad de una parte de la política gubernamental. El nombramiento de los Secretarios de Estado debería ser una facultad compartida entre Congreso y Presidencia. De ende, se pondría a escrutinio público las capacidades y experiencias de los Secretarios para llevar a cabo la agenda programática. Sin embargo, en realidad, los Secretarios, ahora, tendrán que responder a los intereses de los líderes de cada grupo que constituye la coalición, produciendo los que podríamos definir un “gobierno compartido”, en donde las decisiones no las toman los Secretarios, sino el Presidente en conjunto con los líderes de las corrientes parlamentarias. Desde el punto de vista de la representación, un gobierno de coalición promovería antes que todo un control estricto, en un nivel mayor al actual, de los partidos, por parte de los líderes parlamentarios por un lado, y por el Presidente por el otro. Los Secretarios de los Partidos tendrían que coincidir con los líderes de las fracciones parlamentarias para evitar conflictos internos que menoscabarían las negociaciones para la conformación de las coaliciones. Lo mismo tendría que acontecer por el lado del Presidente. Por otra parte, un gobierno de coalición, que no haya sido el producto de una coalición electoral, no tendría la misma fuerza, ni legitimidad frente al electorado. La coincidencia actual, entre elecciones presidenciales y del Congreso facilitaría la creación de coaliciones político-electorales, así como las elecciones de medio término servirían como mecanismos de refrendo o castigo de su desempeño gubernamental. Vincular las coaliciones electorales con las gubernamentales serviría también para fortalecer los incentivos y los costos políticos (elecciones extraordinarias) para romperlas. Con ello, no se terminaría con el actual comercio de escaños parlamentarios, pero, por lo menos, se vincularía el desempeño legislativo del congresista, en el caso de pertenecer a una coalición ganadora, con su participación en la agenda programática. Resulta indispensable, para ello, una reforma electoral, junto a la reforma política, más amplia de la actual, para redefinir el espacio de la participación, y negociación, de los partidos políticos para la formación y promoción de coaliciones político-electorales. Finalmente, consideramos que un gobierno de coalición podría facilitar una mejor gobernabilidad de los órganos de gobierno (Poder Legislativo y Poder Ejecutivo), así como una mayor transparencia, y de ende, responsabilidad, respecto la agenda legislativa y de programación política. Gracias.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Francis Bacon, Filósofo, Científico e Imperator Rosacruz

Nos habla del error de equivocar el fin fundamental del conocimiento. Pero el mas grande error de todos, es equivocar el fin fundamental del conocimiento; porque algunos hombres ansían el conocimiento debido a una curiosidad natural y un carácter inquisitivo; algunos para entretener le mente con variedad y satisfacción ; otros para ornamento y reputación; una parte por victoria y contención; muchos por lucro y apariencia de vida; y solamente unos cuantos para emplear el regalo divino de la razón, para uso y beneficio de la humanidad. Así, algunos parecen buscar en el conocimiento un lecho para un espíritu escrutador, otros, un camino para una mente vagabunda; unos mas, una torre de estado, otros, un fuerte o terreno de comando; y otros, una tienda para ganancia o venta, en vez de un almacén para la gloria del Creador y los dotes de la vida humana. No obstante, lo que mas dignifica y exalta el conocimiento, es la mas intima y estricta conjunción de contemplación y acción; una conjunción como la de saturno, el planeta de descenso y contemplación; Júpiter, el planeta dela sociedad civil y l a acción. Pero aquí, por uso y acción, no queremos decirla aplicación del conocimiento por lucro, porque eso desvía el avance del conocimiento, como la bola dorada lanzada ante Atalanta, la que, mientras ella se agacha para levantarla, la carrera es obstaculizada. paz profunda!!!

sábado, 10 de septiembre de 2011

Las 25 reglas de la desinformación (Manual político para ocultar la verdad)

Estas reglas pueden usarse tanto para manipular a los demás como para descubrir la manipulación de la que somos objeto. Actualmente en Internet existen varias técnicas como crear perfiles falsos en redes sociales, inventar expertos en temas científicos, generar sitios de conspiración (y autogenerar teorías de la conspiración), sembrar comentarios en los sitios de noticias o sembrar rumores en las redes sociales para que se viralizen de manera supuestamente orgánica. Si bien estas 25 reglas de desinformación se encuentran redactadas como un manual a seguir para un alguien siniestro, se pueden aplicar para el establecimiento de una agenda política o para influir en la opinión pública según una estrategia velada. 1. No obstante lo que sepas, no lo discutas, especialmente si eres una figura pública o un conductor de noticias, etc. Si no se reporta, no sucedió, y así no tienes que lidiar con los posibles problemas (esto es: en nuestra era sólo lo que sucede en los medios es real, lo demás es como una manzana que cae en un bosque vacío). 2. Conviértete en incrédulo e indignado. Evita discutir temas importantes y enfócate en temas periféricos que pueden ser usados para criticar a otro grupo considerado como “sagrado” por algún sector de la población. 3. Evita discutir temas inconvenientes describiendo toda acusación, independientemente de dónde venga, como meros rumores y especulaciones. Si puedes asocia las acusaciones con rumores de “Internet” y dí que se trata sólo de “teorías de la conspiración”. 4. Utiliza la técnica de “la falacia del espantapájaros”. Encuentra un argumento en tu oponente que puedes fácilmente rebatir para hacerte ver bien a su costa. Inventa un tema que en consideración de tu oponente pueda ser fácilmente argumentado en su contra (sin poder probarse) o explota las debilidades de tu oponente llevando la discusión a sus puntos más endebles. Amplifica su importancia de tal forma que las acusaciones que se te hacen parezcan refutarse y los temas de fondo no lleguen a discutirse. 5. Distrae a tus oponentes etiquetándolos y ridiculizándolos con títulos como “conservadores”, “radicales”, “terroristas”, “conspiranoicos”, “racistas”, “fanáticos”, “liberales” “pervertidos sexuales”, “ateos”, “fundamentalistas”, “homofóbicos”, etc. 6. Pega y corre. En cualquier foro público haz un ataque a tu oponente (puede ser una persona o un tema) o a su posición en cierto asunto de forma que puedas retirarte sin que el oponente pueda contestar la acusación. Esto puede hacerse en programas de televisión antes de un corte o en Internet ignorando los comentarios (o editando) de los usuarios y de tu oponente. 7. Cuestiona motivos. Tergiversa o amplifica todo hecho que pueda sugerir que tu oponente opera bajo una agenda personal oculta. 8. Invoca autoridad. Conserva tu autoridad o allégate algún tipo de autoridad o experto para presentar tu argumento con suficientes tecnicismos y jerga minuciosa para ilustrar que eres “alguien que sabe”. (Esto es lo que en México se conoce como “un choro mareador”). 9. En casos extremos: hazte el tonto. No obstante la evidencia o la lógica de un argumento, evita discutir ciertos temas deslegitimándolos, invalidando toda discusión. 10. Asocia a tus oponentes con noticias viejas o acusaciones pasadas. Esto es especialmente útil antes de una discusión o un evento en el que podrías ser cuestionado. Haz que tu equipo prepare una acusación y fíltrala a los medios poco antes. 11. Haz falsas confesiones. Confiesa un mal menor de manera candorosa para ganarte la simpatía de los demás como alguien que se responsabiliza de sus actos. Esto sirve como un distractor de los verdaderos temas que quieres evitar. (Un ejemplo de esto a gran escala podría ser WikiLeaks, donde es posible que el mismo sistema corrupto que WikiLeaks expone haga una especie de confesión de sus “pecados menores” haciendo creer a las personas que lo que se filtra son todos sus pecados o conductas corruptas y no hay nada más grave, descalificando, por ejemplo, los ataques del 9/11). 12. Los enigmas no tienen soluciones. Llena de giros, contradicciones y detalles complejos una situación para que parezca demasiado difícil de resolver. Esto hará que la verdad se pierda entre el arsenal de desinformación o que el público pierda interés. 13. Utiliza regresiones y digresiones para evitar llegar al punto de un tema que te es inconveniente. 14. Exige soluciones completas. Evita los asuntos nodales requiriendo que tus oponentes solucionen el crimen (o el asunto en cuestión) completamente. Argumenta que antes de solucionarse este asunto (el cual es demasiado complejo) todo lo que se discuta son suposiciones. 15. Llega a conclusiones alternas moldeando los hechos. Esto requiere cierta creatividad y es básicamente una forma de alterar las piezas de un rompecabezas para que formen la figura que necesitas. 16. Desaparece la evidencia o los testigos. Esta es una de las técnicas más usadas por la élite más poderosa: cuando detectan que alguien está por hablar o cobrar importancia (y tiene un discurso inconveniente) simplemente se desaparece (por ejemplo, en el caso de John F. Kennedy). 17. Utiliza comparsas o colegas a través de los cuales puedas cambiar el tema (estos sujetos pueden o no saber que son parte de esta estratagema). Esta es una variación de la típica técnica del chivo expiatorio, sólo que prefabricada. 18. Emocionaliza y antagoniza. Si estás por ser atacado lleva la discusión a temas emocionales o antagónicos que cautiven la atención de los demás. De igual forma toca puntos sensibles en tus oponentes que puedan generar respuestas emocionales que los haga perder el control. Esto también puede ser usado para distraer argumentando que tus oponentes son ”demasiado sensibles a la crítica”. 19. Pide pruebas imposibles. Lleva la discusión hacia el requerimiento de pruebas como exigencia para seguir discutiendo un tema y pide pruebas que son demasiado difíciles de obtener pero que tienen una cuota de relevancia sobre el tema que se discute. 20. Evidencia falsa. Introduce nueva información o pistas diseñadas para entrar en conflicto con lo que presenta tu oponente. Esto es útil para neutralizar temas sensibles e impedir su resolución. 21. Llama a una investigación legal o de algún cuerpo de poder que pueda investigar los hechos. Seguramente al ser parte del sistema podrás influenciar lo que se dice en el caso y lo que se filtra a los medios, así como obtener una resolución benéfica. Esto te dará mayor legitimidad. Esto puede usarse también como un movimiento ofensivo al llevar a alguien inocente a un proceso judicial (este persona puede ser un enemigo o simplemente alguien mediático que acapare la atención del público). 22. Elabora una nueva verdad. Crea tu propio panel de expertos, autores, líderes etc., o coopta a los existentes para forjar a través de una investigación científica o académica una nueva versión de los hechos o un tema que pueda distraer a la opinión pública. Esto te permitirá, si es que llegas al punto de tener que discutir el tema que quieres evitar, conseguir autoridad. 23. Crea eventos de distracción masiva. Similar a los anteriores —sólo que explícitamente—, crear historias en las noticias que acaparen la atención pública como una novela de suspenso es una de las tácticas de desinformación más usadas (por ejemplo: El Chupacabras, los mineros chilenos, etc.). 24. Silencia a tus críticos. Utiliza tu poder para sobornar o chantajear a las personas que tienen información negativa sobre ti o que se interponen en tu camino. (Esto es también una práctica común de las empresas en el caso de la competencia para bloquear innovación científica que va en contra de sus intréses económicos). 25. Desaparece. En caso de que las cosas se pongan demasiado calientes en la cocina, simplemente date a la fuga. Tus conexiones te mantendrán escudado y podrás vivir en un paraíso fiscal, gastándote el dinero del erario tranquilamente. Y, ¿quién sabe? Tal vez en unos años, con la memoria de corto plazo de la sociedad y tu capacidad de ingeniería de la opinión pública, puedas regresar como si nada hubiera ocurrido.

domingo, 4 de septiembre de 2011

LA POLITICA Y LA MEDITACIÓN

!!!El descrédito de la política y de los políticos tiene que ver –y mucho- con el deterioro del lenguaje político. Dime cómo hablas y te diré quién eres (y cómo eres). Deberíamos relajarnos, sí; pero para pensar mejor y ver si hay algo en el interior que valga la pena. Y, solo entonces, abrir la boca.¡¡¡ Un que es un servidor público debe ser una persona de densidad moral y ética, y para ello es imprescindible una actitud reflexiva y pausada y una vida interior rica y equilibrada. Necesitamos políticos con mayor capacidad de escuchar su interior y de compartir experiencias de profunda e intensa concentración personal. Una espiritualidad humana, profundamente humanista, como base de otra política. Necesitamos líderes reflexivos, capaces de meditar, de buscar en su equilibrio personal la fuerza y las ideas que guíen su actividad. Puede ser una dimensión religiosa, pero no necesariamente. Debemos fomentar las prácticas que buscan el equilibrio y la armonía como el yoga o el taichí y acercarnos a ellas con una nueva naturalidad. La meditación y otras disciplinas y técnicas del silencio, la introspección y el equilibrio interior. estamos lejos todavía de que los políticos valoren la importancia de la meditación, de la reflexión en silencio, de la capacidad de encontrarse a solas consigo mismo, para recuperar el sentido de la espiritualidad -profundamente humanista-, que puede dar otro sentido al modo de hacer y entender la política. No estamos hablando de religiosidad. La meditación aporta “ecuanimidad, claridad mental, y capacidad de concentración” y nos redescubre el silencio interior con una riqueza que no imaginamos. Esta capacidad de concentración, de escuchar el interior, puede desarrollar una nueva capacidad de comunicación a través de un determinado lenguaje político más preciso, más intenso, más sincero. La meditación puede ofrecer a nuestra política democrática la densidad moral y ética que acompañe una acción transformadora. Una densidad que debe percibirse en el uso de un nuevo lenguaje, un nuevo vocabulario en el que las palabras del espíritu no estén excluidas, proscritas o estigmatizadas. Políticos con una rica vida interior podrán servir mejor lo público. Políticos que hablen con el corazón serán los líderes del mundo incierto. Decía Octavio Paz que “se olvida con frecuencia que, como todas las otras creaciones humanas, los Imperios y los Estados están hechos de palabras: son hechos verbales”. En el libro XIII de los Anales, Tzu-Lu pregunta a Confucio: “Si el Duque de Wei te llamase para administrar su país, ¿cuál sería tu primera medida? El Maestro dijo: La reforma del lenguaje.” El filósofo chino Confucio (551-479 aC), que dio nombre al confucionismo o confucianismo (una doctrina que se ha definido más bien como una corriente ética y no tanto como una religión y cuya influencia ha perdurado durante siglos en distintas culturas), otorgaba al lenguaje un papel esencial en el gobierno de una nación. Los preceptos básicos de esta corriente son esencialmente humanistas y hablan de cómo debe relacionarse el ser humano con sus semejantes. Hace referencia a los valores, virtudes, relaciones… cómo desarrollar una buena conducta en la vida y un buen gobierno basado en la caridad, la justicia, y el respeto. Valores que tienen en el lenguaje un pilar fundamental, ya que éste expresa la calidad moral del que habla. De hecho, al preguntarle sus discípulos qué mejoraría o reformaría si tuviera que gobernar un país, Confucio hizo referencia al lenguaje: “Si el lenguaje carece de precisión, lo que se dice no es lo que se piensa. Si lo que se dice no es lo que se piensa, entonces no hay obras verdaderas. Y si no hay obras verdaderas, entonces no florecen el arte ni la moral. Si no !orecen el arte y la moral,entonces no existe la justicia. Si no existe la justicia, entonces la nación no sabrá cuál es la ruta: será una nave en llamas y a la deriva. Por esto no se permitan la arbitrariedad con las palabras. Si se trata de gobernar una nación, lo más importante es la precisión del lenguaje”. Según Nye, en la fuerza de una nación podemos distinguir entre el poder duro, definido por la potencia militar, tecnológica, económica, etc. y el poder blando, que se refleja en otros factores como son la escala de valores, el estilo de vida, la cultura, la organización social, los modelos de desarrollo . Necesitamos una nueva política y ésta sólo será posible con un nuevo lenguaje con más profundidad y espiritualidad. La alianza de progreso que se debe construir en lo local y en lo global para conseguir la esperanza de una gobernabilidad más justa, más sostenible y más pacifica necesita líderes, acciones, ideas, pensamiento… y palabras. También organizaciones, sí. Pero sin una nueva filosofía política no recuperaremos para ésta la opción directiva del presente y no podrá garantizar futuros. Corremos el riesgo de que la política sea irrelevante. En sociedades líquidas, es tiempo de pensamientos sólidos. Ludwig Wittgenstein, el pensador austríaco que intentó definir la lógica del pensamiento humano escribía, ya en 1921, “que los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Dfinitivamente, el mundo ha cambiado mientras que el lenguaje político parece haberse transformado en inservible, caduco y previsible. La política democrática y reformadora que se ha quedado sin vocabulario, sin sintaxis, parece que se conforma con la gestión de la ortografía. Volvamos a las palabras, a las que nacen de las ideas y de la filosofía; sin ellas, la ideología está muerta. Volvamos atrás, para ir hacia adelante. Reforcemos nuestra formación sobre los clásicos: de Confucio a Aristóteles, pasando por Séneca. Recuperemos los fundamentos éticos y morales que constituían el debate de lo humano y de lo colectivo hace ya miles de años. Quizás hay que volver al lugar de donde nunca deberíamos habernos ido. Como decía el poeta Josep Vicenç Foix: “Sigueu moderns. Llegiu els clàssics”. Comentarios y opiniones son bien venidas...Paz Profunda!!!