jueves, 23 de junio de 2011

y para qué el poder?...el poder para:

debemos promover que la contienda electoral sea, antes que nada, un ejercicio de dialogo y de debate público sobre los graves problemas que hoy enfrenta el país y los caminos que debemos de recorrer para solucionarlos, y así dar paso a la edificación de la nación que todos aspiramos para las próximas décadas. El valor de la convocatoria que hagamos los partidos deberá respaldarse con ideas y con propuestas.

En un régimen democrático como el que se ha conformado durante las ultimas décadas, la alternancia es el resultado de la voluntad ciudadana que se expresa en las urnas sobre un cambio de rumbo de la nación y sobre las tareas que debe emprender el nuevo gobierno. De ahí la legitimidad de nuestras aspiraciones de recuperar la Presidencia de la Republica con el respaldo del voto ciudadano y de encabezar el gran esfuerzo colectivo para rescatar al país de la grave situación de crisis en que se encuentra.

No se trata de competir para ser gobierno, por el solo hecho de detentar el poder. El poder del gobierno debe ser un instrumento al servicio de los mexicanos; un instrumento con el cual se puedan alcanzar los fines concretos que la sociedad se propone para su desarrollo.

La vocación de poder, consustancial a las organizaciones político partidistas, solo adquiere legitimidad por sus principios programáticos, por sus propuestas y por sus compromisos para conducir desde el gobierno, las transformaciones que son necesarias para conseguir el bienestar y el pleno desarrollo de la sociedad. La actividad política sin ideas y sin fines claros de lo que se pretende, se convierte en demagogia y se traduce en un ejercicio utilitario y pragmático del poder publico. La política sin rumbo y sin compromiso con la ciudadanía deteriora nuestra democracia. La pregunta que se hace desde la sociedad ¿para qué el poder? merece una respuesta.

Por ello, y aún antes de que se abra el proceso interno para seleccionar a nuestro candidato a la presidencia, el PRI asume la tarea de formular Programa para México. Una visión del país que queremos ser en los próximos años, de las reformas que se tienen que impulsar para lograrlo y de las políticas publicas que habrán de ponerse en marcha para resolver los problemas más acuciantes.

Debemos articular una propuesta apegada a nuestros principios fundamentales de libertad, justicia social y democracia, y analizar los aspectos de la economía, el desarrollo social y las instituciones políticas; tomar en cuenta las realidades que preocupan hoy a la población, tales como la falta de seguridad pública, el deterioro   del estado de derecho y el horror que genera la escalada del crimen organizado en el país; la lesión sistemática de los derechos humanos; la corrupción y la falta de transparencia en la administración pública.

Es indispensable un ejercicio de autocrítica de lo que hicimos o dejamos de hacer cuando gobernamos y del papel que desempeñamos en estos últimos diez años como partido opositor. El PRI debe continuar hacia delante, en un proceso de permanente renovación de sus ideas y de sus propuestas políticas, abierto a las nuevas tendencias de la política, la cultura y la tecnología. El PRI debe profundizar en su quehacer transformador e innovador, como única alternativa para darle un nuevo curso al desarrollo de México.

En la situación de desencanto y escepticismo ciudadano que prevalece hacia el gobierno, y en un sentido más amplio, hacia la política, los políticos y las instituciones en general, es de crucial importancia acrecentar nuestras capacidades de percepción y de sensibilidad política. Es apremiante abrir cauces de diálogo y colaboración con las organizaciones ciudadanas, fomentar el encuentro permanente con la población en los diferentes ámbitos territoriales y organizativos, y en suma, actuar a favor de todas las iniciativas que den mayor poder político de los ciudadanos. La cercanía con la gente seguirá siendo el mayor activo político del PRI.