martes, 27 de marzo de 2012

YO VOTO Y TU?

El voto es sobre todo el mecanismo central de control que los ciudadanos tienen para afectar el comportamiento de sus representantes. La sobrevivencia en los espacios de toma de decisiones de los representantes dependen de la evaluación que sus electores hagan de su desempeño vis a vis otras candidatas. Como buen ciudadano, es probable que te encuentres entre la mayoría que acudió a las urnas y emitió un voto por un candidato de un partido, vale preguntarse: ¿Por qué? ¿Por qué incurrir en los costos de ir a votar y apostar por una alternativa partidaria? tenemos cuatro respuestas: 1.- Tienes preferencias sobre política pública; 2.-Identificas diferencias notorias en las posturas de política pública de las candidatas de diferentes partidos; 3.-Al votar, afectas positivamente la probabilidad de que gane el o la candidata que tiene una postura de política pública más cercana a la tuya (o reduces la probabilidad de que gane el candidato con la postura más lejana a la tuya); 4.-La probabilidad del punto 3, junto con la felicidad que atribuyes a que gane el candidato que prefieres, bien compensan el tiempo invertido en ir a votar un domingo en el que bien podrías haber hecho cualquier otra cosa más placentera. no? Puedes por supuesto decir que aun cuando sabías que el candidato por el que votaste no iba a ganar, para ti era importante darle tu voto como una forma de manifestar públicamente tus preferencias políticas. El voto es un manifiesto, no sólo un instrumento. Los puntos 1 y 2 implican una disponibilidad y consumo de bastante información política importantes. No sólo sabes lo que quieres, sabes lo que los candidatos ofrecen; y sobre todo, conoces la distancia entre una y otra cosa. Adquirir este tipo de información es costoso, y lo cierto es que pocos y pocas veces dedican recursos para su adquisición. Por eso usamos atajos informativos, como por ejemplo, la identidad partidista: no necesito conocer detalles, sólo el identificarme con un partido basta para definir mi preferencia electoral. El punto 3 es todavía más complejo: ¿Cuándo tu voto afectaría de algún modo el resultado electoral? Cuando se trata de una elección en la que tu voto daría el desempate. Algo muy cercano a cero; es decir, esta probabilidad es: nunca. Puedes por supuesto decir que al emitir tu voto no conoces las preferencias de los demás o que no sólo votas con base en tus preferencias personales, sino que incluyes preferencias sociales. Lo que realmente no difiere mucho de decir que usas el voto como un mecanismo de expresión, no como un instrumento de incidencia. El otro elemento que algunos grupos hacen un llamado a no votar o a anular el voto. Por el contrario, considero que el llamado debe ser para hacer del voto un mecanismo efectivo de incidencia ciudadana vía sus efectos en términos de representación política. ¿Cómo? ¿Te parece que anular el voto es inútil? Es una crítica posible, pero para sustentarla tendrías que ser capaz de argumentar que el voto partidario es útil. Algo complicado después de lo que hemos dicho (nada me alegrará más que ver comentarios que me prueben que estoy equivocado, por supuesto). Dirás que el voto nulo es un simple ejercicio expresivo que no afecta quién gana en las urnas. Como el voto partidario, sería la respuesta obvia. Por definición el voto nulo no está dirigido a afectar quién gana, sino a cuantificar a un segmento de votantes que no encuentran en el voto en México las bondades de la democracia representativa: 3.42% de quienes votaron en 2009, 1.18 millones de mexicanos que anularon intencionalmente su voto, según el propio IFE. Esa es una cifra superior a la que obtuvieron individualmente el PT, Convergencia, Panal, y el PSD en la misma elección. Puedes argumentar también que al no afectar el resultado electoral, el voto nulo difícilmente pudo afectar la agenta pública. No repetiré la conclusión sobre el voto partidario y la capacidad de los votantes para afectar políticas públicas. En el caso de los anulistas, la agenda se construyó realmente después de la elección y la cuantificación de quienes anularon intencionalmente, y se centró en propuestas de reforma política: desde reducción al presupuesto de partidos hasta una propuesta definida de reforma, que incluía reelección y candidaturas independientes, entre otras cosas. El voto nulo logró articular a ciudadanos con un diagnóstico similar sobre la funcionalidad de la democracia mexicana; a la vez que su tamaño sirvió como una herramienta de negociación e incidencia frente a legisladores durante la agotadora (y finalmente, frustrada) discusión y votación de la reforma política. Sistemáticamente, los legisladores con los que estos ciudadanos hablaron en 2011, se referían al voto nulo del 2009 como la evidencia de una demanda legítima y significativa de cambio político. Incluso está en la mesa de negociaciones el hacer del voto una obligación en la que los que no votaran sufrirían multas, ésto, ya probado en algunos países.