lunes, 4 de abril de 2011

DUALIDAD



El hombre en su relación con el mundo, se ha percatado desde tiempos remotos, que la llamada vida, no es mas que la manifestación de una fuerza inmaterial que va mas allá de su comprensión inmediata y que actúa a través de una unidad física o vehículo conformada de elementos químicos o materiales. en otras palabras, el Hombre es una estructura física (cuerpo) y una emanación etérea (alma). La comprensión de esta fusión lo llevó desde entonces, a concebir la dualidad en su existencia, dándole a cada parte de ella una denominación para su mejor comprensión y conocimiento:
alma y cuerpo,
material e inmaterial,
objetivo subjetivo.

Durante su existencia, el hombre va afianzando el conocimiento de la dualidad, en la misma medida en que construye su propia comprensión, ya que el conocimiento es construído particularmente por cada individuo, a partir de su búsqueda y experiencias, él va estructurando los elementos del juego metacongnitivo, para la comprensión y elaboración del conocimiento. Esto quiere decir, que la comprensión exacta del conocimiento de la dualidad se alcanza, por las viviencias propias, entendidas como experiencias que genera en cada individuo la construcción de la relación entre las partes de su dualidad. Las acciones y mecanismos coordinados utilizados organizadamente para elaborar información constituyen la operacionalización del acto mental, lo que permite identificar conscientemente los elementos que estructuran la operación cognoscitiva de la experiencia de la dualidad, por lo que actuando en ellos cada vez más se puede mejorar el conocimiento de ella.

Así encontramos una parte de la dualidad correspondiente al mundo físico y otra al mundo espiritual del hombre. Las vivencias de la humanidad y las experiencias individuales se circunscriben generalmente dentro del campo de la mente objetiva, al referente de lo tangible y material, esto se debe a que a al hombre le ha sido mas fácil la percepción a través de su parte sensorial, al incorporar a su existencia misma la comprensión y el aprendizaje de las manifestaciones del mundo físico. En este sentido se puede señalar que su percepción ha sido entonces limitada a lo material y finito de las dimensiones del mundo físico.

LAs vibraciones son la base de la manifestación de todas las cosas, las del esquema físico poseen una tasa vibratoria baja, por lo que el hombre toma conciencia de ella a través de la entonación de sus facultades perceptivas a través del subconsciente y del alma. Para que el hombre conozca esta parte de la dualidad, primeramente debe estar consciente de ella, para lograrlo requiere la disciplina del pensamiento, el control de las experiencias, y el desarrollo de la mente subjetiva y las facultades intuitivas. Esta parte sensible e intangible de la dualidad es la que permite al Hombre la comunicación o relación directa con el ABSOLUTO. Esto lo lleva a imprimir en su conciencia, por la razón y por la acción, la necesidad de acercamiento a lo cósmico.

"El Postulado Básico del Misticismo señala que el Hombre puede tener conocimiento directamente de Dios y que puede confiar en su intuición, vinculándose el concepto de Dios directamente como una parte de la consciencia del Hombre". el Místico, afirma que mientras Dios trasciende el mundo material, penetra cada parte de él, ya que todo el Universo es su manifestación. Juan Van Ruybroeck, místico flamenco del siglo XII, señaló que "el Hombre encuentra a Dios en su propia profundidad y cada espíritu de acuerdo con la medida de su amor tiene una manera mas o menos profunda de buscarlo"

La doctrina Rosacruz, enseña a sus miembros buscar a Dios dentro de su corazón, por lo que "El Dios de nuestro corazón", es el reconocimiento de otro aspecto del conocimiento de la dualidad, con una concepción muy personal del cósmico.
Todos los seres humanos tienen inserto en su consciencia la percepción de la dualidad, los psicólogos modernos, han descubierto que no existe una realidad fija, externa, sino que la realidad percibida forma parte de la mente del observador y que esta puede cambiar de acuerdo a los cambios de nuestra comprensión y consciencia. Jung, desarrolló el concepto de realidad psíquica "todo lo que siento es psíquico, incluyendo las impresiones sensorias, las imágenes psíquicas son mi experiencia inmediata.......pareciera que muchas de estas imágenes se derivan del ambiente natural al cual pertenece nuestro cuerpo, mientras que otras que de ninguna manera son menos reales, parecen proceder de una fuente fundamental que da la impresión es de orígen diferente." Por lo que se puede afirmar de acuerdo a la teoria de Jung, que los sucesos físicos en forma de imágenes mentales pueden provenir de una fuente interna o externa.....

EL KYBALION


EL KYBALION

Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para el oído capaz de comprender.

Donde quiera que estén las huellas del Maestro, allí los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par.

Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría.

Los principios de la verdad son siete: el que comprende esto perfectamente, posee la clave mágica ante la cual todas las puertas del Templo se abrirán de par en par.

1. El TODO es Mente; el universo es mental.

2. Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.

3. Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.

4. Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse.

5. Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación.

6. Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley.

7. La generación existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos.



La mente así como todos los metales y demás elementos, pueden ser transmutados, de estado en estado, de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración. La verdadera transmutación hermética es una práctica, un método, un arte mental.

Más allá del Kosmos, del Tiempo, del Espacio, de todo cuanto se mueve y cambia, se encuentra la realidad Substancial, la Verdad Fundamental.

Lo que constituye la Verdad fundamental, la Realidad substancial, está más allá de toda denominación, pero el sabio lo llama el TODO.

En su esencia, el TODO es incognoscible, Mas el dictamen de la razón debe ser recibido hospitalariamente, y tratado con respeto.

El universo es una creación mental sostenida en la mente del TODO.


El TODO crea en su mente infinita, innumerables universos, los que existen durante eones de tiempo, y así y todo, para Él, la creación, desarrollo, decadencia y muerte de un millón de universos no significa más que el tiempo que se emplea en un abrir y cerrar de ojos.

La mente infinita del TODO es la matriz del Kosmos.

En la Mente del Padre‑Madre, los hijos están en su hogar.

No hay nadie que no tenga padre y madre en el Universo.

El sabio a medias, reconociendo la irrealidad relativa del Universo, se imagina que puede desafiar sus leyes, ése no es más que un tonto vano y presuntuoso, que se estrellará contra las rocas y será aplastado por los elementos, en razón de su locura. El verdadero sabio conociendo la naturaleza del universo, emplea la Ley contra las leyes: las superiores contra las inferiores, y por medio de la alquimia transmuta lo que no es deseable, en lo valioso y de esta manera triunfa. La maestría consiste, no en sueños anormales, visiones o imágenes fantasmagóricas, sino en el sabio empleo de las fuerzas superiores contra las inferiores vibrando en los más elevados. La transmutación (no la negación presuntuosa), es el arma del Maestro.

Si bien es cierto que todo está en el TODO, no lo es menos que el TODO está en todas las cosas. El que comprende esto debidamente, ha adquirido gran conocimiento.

Nada reposa; todo se mueve; todo vibra.

Todo es dual, todo tiene polos; todo su par de opuestos; los semejantes y desemejantes son los mismos; los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo sólo en grado; los extremos se tocan; todas las verdades, son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse.

Todo fluye y refluye, todo asciende y desciende; la oscilación pendular se manifiesta en todas las cosas; la medida del movimiento hacia la derecha es la misma que el de la oscilación a la izquierda; el Ritmo es la compensación.

Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo ocurre de acuerdo con la ley. Azar no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de causalidad, pero ninguno escapa a la ley.

El género está en todo, todo tiene su principio masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos.


La posesión del conocimiento, si no va acompañada por una manifestación y expresión en la práctica y en la obra, es lo mismo que el enterrar metales preciosos: una cosa vana e inútil. El conocimiento, lo mismo que la fortuna, deben emplearse. La ley del uso es universal, y el que la viola sufre por haberse puesto en conflicto con las fuerzas naturales.

Para cambiar vuestra característica o estado mental, cambiad vuestra vibración.

Para destruir un grado de vibración no deseable, póngase en operación el principio de polaridad y concéntrese a la atención en le polo opuesto al que se desea suprimir. Lo no deseable se mata cambiando su polaridad.

La mente, así como los metales y los elementos, puede transmutarse de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración.

El ritmo puede neutralizarse mediante el arte de la polarización.

Nada escapa al principio de causa y efecto, pero hay muchos planos de Causalidad y uno puede emplear las leyes del plano superior para dominar a las del inferior.

El sabio sirve en lo superior, pero rige en lo inferior. Obedece a las leyes que están por encima de él, pero en su propio plano y en las que están por debajo de él, rige y ordena. Sin embargo, al hacerlo, forma parte del principio en vez de oponerse al mismo. El sabio se sumerge en la Ley, y comprendiendo sus movimientos, opera en ella en vez de ser su ciego esclavo. Semejantemente al buen nadador, va de aquí para allá, según su propia voluntad, en vez de dejarse arrastrar como el madero que flota en la corriente. Sin embargo el nadador, el sabio y el ignorante, están todos sujetos a la ley. Aquél que esto comprenda va en el buen camino que conduce a la Maestría.

THOTH....-meditación...--


Meditacion a THOTH

<<¡Oh, tú, poderoso Espíritu de quién habla el Libro Sagrado de ThothY que miráis silenciosamente a tu Padre divino,Heme aquí que llego ante ti convertido en Espíritu santificado!Yo poseo, aquí entre mis manos, estos Libros,Con el fin de pasar entre Seth y Aker.Conmigo traigo el Tintero y el PincelY los deposito en manos de Thoth, el Escriba divino,(Verdaderamente, es un gran Misterio...)He aquí que yo llego a ser Escriba de Thoth;Traigo conmigo los despojos de Osiris, el polvo de su Cuerpo,Con el cual trazó los signos sagrados...Yo recito, todos los días,Las Palabras de la gran divinidad bienhechora. Tus mandatos, ¡oh Horus!, me colman de bienestar;Mi accionar está de acuerdo con los decretos de Maat.Verdaderamente, todos los días de mi vida,Yo respetaba en la Tierra las leyes del Dios-Sol.>>

ONTOLOGIA ROSACRUZ


ONTOLOGIA ROSACRUZ
Ontología RosaCruz

DECLARACIÓN

Dios es la inteligencia que ha pensado, manifestado y animado toda la creación, siguiendo unas leyes que son inmutables y perfectas.

Toda la Creación está penetrada por un Alma Universal que evoluciona hacia la perfección de su propia naturaleza.

La Vida es la base de la Evolución Cósmica, tal como ésta se manifiesta en el Universo y en la Tierra.

La materia debe su existencia a una energía vibratoria que se propaga por todo el Universo y penetra todos los átomos.

El tiempo y el espacio son estados de consciencia y no tienen ninguna realidad material fuera del hombre.

El Hombre es un ser doble en su naturaleza y triple en su manifestación.

El Alma se encarna en el cuerpo del recién nacido en el momento en el que el niño inspira por primera vez, haciendo de él un ser vivo y consciente.

El destino de todos los seres humanos está determinado por la manera en que éstos aplican su libre albedrío y por el Karma generado por dicha aplicación.

La muerte se produce en el momento en que el hombre entrega su último suspiro y se traduce en la separación definitiva del cuerpo y el alma.

La evolución espiritual del hombre está regida por la ley de la reencarnación, siendo su última finalidad alcanzar la perfección.

Existe otro reino supra-humano, formado por todas las almas desencarnadas que pueblan los planos invisibles de la Creación.

Al término de su evolución espiritual, el hombre accede definitivamente a la categoría de Maestro Cósmico y se convierte en un Agente de la Divinidad.

POSITIO FRATERNITATIS ROSAE CRUCIS


Positio Fraternitatis Rosae Crucis
Introducción





El Hombre evoluciona a través del Tiempo, como lo hace todo aquello que participa en su marco de vida, incluso el mismo Universo. Se trata de una característica de todo lo que existe en el mundo manifestado. Pero nosotros pensamos que la evolución del Hombre no está limitada a los aspectos materiales de su existencia, estamos convencidos de que posee un alma, es decir, una dimensión espiritual. Según nuestra opinión, ella es quien hace de él un ser consciente, capaz de reflexionar sobre su origen y destino. Por eso consideramos la evolución de la Humanidad como un fin, a la Espiritualidad como un medio, y al Tiempo como un revelador.

La Historia no puede ser comprendida por los acontecimientos que la generan o que ella misma genera, sino por los lazos que los unen. Además, posee un sentido, hecho que es aceptado por la mayoría de los historiadores actuales. Para comprenderla, es necesario tomar en consideración los acontecimientos, ciertamente como elementos aislados, pero también y sobre todo, como elementos que componen un todo. En efecto, pensamos que un hecho no es verdaderamente histórico si no es en relación con el conjunto a que pertenece. Disociarlos, o hacer de su disociación una lección moral de la Historia, constituye una estafa intelectual. Existen proximidades, yuxtaposiciones, coincidencias o concomitancias que no deben nada al azar.

Como decíamos en el Prólogo, vemos una similitud entre la situación actual del mundo y la de la Europa del siglo XVII. Lo que algunos llaman "post-modernidad" ha provocado efectos comparables en numerosos aspectos, siendo desgraciadamente la causa de una cierta degeneración de la Humanidad. Pero pensamos que esta degeneración no es sino temporal y que finalizará con una Regeneración individual y colectiva, a condición, sin embargo, de que los hombres den una dirección humanista y espiritual a su porvenir. Si no lo hacen, se expondrán a problemas mucho más graves que los que les afectan en la actualidad.

En razón a nuestra Ontología, consideramos que el Hombre es la criatura más evolucionada de todas las que viven sobre la Tierra, aunque a veces se comporte de una manera indigna de su condición. Si ocupa esta situación privilegiada, es porque posee consciencia de sí mismo y libre albedrío. Es por tanto capaz de pensar y de orientar su existencia por medio de sus propias elecciones. Creemos igualmente que todo ser humano es una célula elemental de un solo y único cuerpo, el de la Humanidad entera. En virtud de este principio, nuestra concepción del Humanismo consiste en decir que todos los hombres deberían tener los mismos derechos, gozar del mismo respeto y disfrutar de la misma libertad, y esto, independientemente del país en que hayan nacido o donde viven.

En cuanto a nuestro concepto de la espiritualidad, está basado por una parte, en la convicción de que Dios existe como una Inteligencia absoluta, que ha creado el Universo y todo lo que éste contiene, y por otra, en la certeza de que el Hombre posee un alma que emana de Él. Más aún, pensamos que Dios se manifiesta en toda la Creación por medio de leyes que el Hombre debe estudiar, comprender y respetar para alcanzar una mayor felicidad. De hecho, consideramos que la Humanidad evoluciona hacia la comprensión del Plan divino y que está destinada a crear sobre la Tierra una Sociedad ideal. Este humanismo espiritual puede parecer utópico, pero nos unimos a Platón cuando declaraba en la "República": "La Utopía es la forma de Sociedad ideal. Puede parecer imposible realizarla sobre la Tierra, pero es en ella donde el sabio debe poner sus esperanzas".

En este período bisagra de la Historia, la Regeneración de la Humanidad nos parece más posible de lo que nunca lo fue debido a la convergencia de las consciencias, a la generalización de los intercambios internacionales, a la expansión del mestizaje cultural, a la mundialización de la información, así como a la interdisciplinaridad que ahora existe entre todas las ramas del saber. Pero pensamos que esta Regeneración, que debe llevarse a cabo tanto en el plano individual como colectivo, no puede conseguirse si no es privilegiando el eclecticismo y su corolario: la tolerancia. En efecto, ninguna institución política, ninguna religión, ninguna filosofía, ninguna ciencia obstenta por sí sola el monopolio de la Verdad. Sólo es posible acercarse a la Verdad poniendo en común lo más noble que todas ellas pueden ofrecer a los hombres, lo que nos lleva a buscar la unidad a través de la diversidad.

Más pronto o más tarde, las vicisitudes de la existencia llevan al Hombre a interrogarse sobre la razón de su presencia sobre la Tierra. Esta búsqueda de una justificación es natural, porque forma parte integrante del alma humana y constituye el fundamento de su evolución. Además, los acontecimientos que jalonan la Historia no se justifican por su mera existencia, sino que reflejan una razón exterior. Pensamos que esta razón está integrada en el proceso espiritual que incita al Hombre a interrogarse sobre los misterios de la vida, lo que le lleva antes o después a interesarse por el misticismo y por la "búsqueda de la Verdad". Aunque esta búsqueda sea natural, debemos añadir que el hombre se siente impulsado hacia la esperanza y el optimismo por un mandato de su naturaleza divina y por un instinto biológico de supervivencia. La aspiración a la Trascendencia aparece entonces como una exigencia vital de la especie humana.





En lo concerniente a la política, pensamos que debe ser imperativamente renovada. Los grandes modelos del siglo XX, el marxismo-leninismo y el nacional-socialismo, basados en postulados sociales que pretendían ser definitivos, nos han llevado a una regresión de la razón y, finalmente, a la barbarie. Los determinismos correlativos a estas dos ideologías totalitarias se han alejado fatalmente de la necesidad de autodeterminación del Hombre, traicionando así su derecho a la libertad, y escribiendo al mismo tiempo las páginas más negras de la Historia. Y la Historia ha descalificado tanto al uno como al otro, esperemos que para siempre. Independientemente de nuestras ideas, los sistemas políticos basados en un monologismo, es decir, en un pensamiento único, tienen a menudo en común el imponer al Hombre "una doctrina de salvación" destinada a liberarle de su condición imperfecta y a elevarle a un estado "paradisíaco". Además, la mayoría no piden a los ciudadanos que reflexionen, sino que crean, lo que los hace parecerse a "religiones laicas".

En sentido contrario, las corrientes de pensamiento, tales como el Rosacrucismo, no son monológicas, sino que son pluralistas y facilitan el diálogo. Es decir, animan a dialogar con los demás favoreciendo las relaciones humanas. Paralelamente, aceptan la pluralidad de opinión y la diversidad de comportamientos. Estas corrientes se nutren de intercambios, de interacciones e incluso de contradicciones, cosa que prohíben y se prohíben a sí mismas las ideologías totalitarias. Esta es la causa por la que el Pensamiento rosacruz siempre ha sido rechazado por los totalitarismos de cualquier naturaleza. Desde sus orígenes, nuestra Fraternidad defiende el derecho a forjarse libremente unas ideas y a expresarlas con la misma libertad. Los Rosacruces no son necesariamente librepensadores, sino pensadores libres.

En el estado actual del mundo, nos parece que la democracia continúa siendo la mejor forma de gobernar, lo que no excluye que tenga ciertas debilidades. En efecto, en toda democracia verdadera, basada en la libertad de opinión y de expresión, se encuentran generalmente una variedad de tendencias, tanto entre los gobernantes como entre los gobernados. Desgraciadamente, esta pluralidad es a menudo la causa de una división, con los conflictos que se derivan de ello. Esta es la razón por la que la mayor parte de los Estados democráticos manifiestan divergencias que los enfrentan continuamente y de manera casi sistemática. Estas divergencias políticas, que gravitan por lo general alrededor de una mayoría y de una oposición, nos parece que ya no se adaptan a las sociedades modernas, ya que frenan la Regeneración de la humanidad. El ideal para cada nación en este aspecto, sería que favoreciera la formación de un gobierno procedente de todas las tendencias que reuniera a las personalidades más aptas para dirigir los asuntos de Estado. Por extensión, desearíamos que existiera un día un Gobierno mundial representativo de todas las naciones, del que la O.N.U. no es sino un embrión.





En lo concerniente a la economía, pensamos que está en plena deriva. Es fácil comprobar que cada vez condiciona más la actividad humana y que cada vez es más normativa. En nuestros días, independientemente de las apariencias, ha adquirido la forma de redes estructuradas muy influyentes, y por lo tanto, dirigentes. Por otra parte, funciona más que nunca partiendo de unos valores determinados que se quieren hacer cuantificables: costo de la producción, umbral de rentabilidad, evaluación de los beneficios, duración del trabajo, etc. Estos valores son consustanciales al sistema económico actual y le proporcionan los medios de alcanzar los fines que persigue. Desgraciadamente, estos fines son fundamentalmente materialistas porque están basados en obtener beneficios a cualquier precio, tanto es así que se ha llegado a poner al Hombre al servicio de la economía, cuando debería ser la economía la que estuviera al servicio del hombre.

En nuestros días, todas las naciones son tributarias de una economía mundial que podría ser calificada de "totalitaria". Este totalitarismo económico no responde a las necesidades más elementales de cientos de millones de personas, mientras que las masas monetarias nunca han sido tan colosales en el plano mundial. Esto quiere decir que las riquezas producidas por los hombres solamente benefician a una minoría de ellos, lo que no deja de ser deplorable. De hecho, comprobamos que existe una brecha cada vez más grande entre los países ricos y los países pobres. En todos los países puede observarse el mismo fenómeno entre los más desfavorecidos y los más favorecidos. Pensamos que esto se debe a que la economía se ha vuelto demasiado especulativa y a que alimenta mercados e intereses que son más virtuales que reales.

Con toda evidencia, la economía no cumplirá su papel hasta que sea puesta al servicio de todos los hombres. Esto supone que se considere al dinero como lo que realmente es, es decir, un medio de intercambio y una energía destinada a que todos puedan adquirir lo que necesitan para poder vivir felices en el plano material. Estamos convencidos de que el Hombre no está destinado a ser pobre, y menos aun miserable, sino que por el contrario, debe disponer de todo lo que puede contribuir a su bienestar para que pueda elevar su alma en toda calma hacia los planos de consciencia superiores. En lo absoluto, la economía debería ser utilizada de manera que deje de haber pobres y que toda persona pueda vivir en buenas condiciones materiales, ya que esto constituye el fundamento de la dignidad humana. La pobreza es únicamente una fatalidad y no se debe a un Decreto divino. Esperamos que llegue un día en que la economía esté basada en compartir los recursos tomando en consideración el bien común. No obstante, los recursos de la Tierra no son inagotables y no pueden ser compartidos hasta el infinito, de manera que será necesario regular los nacimientos, especialmente, en los países superpoblados.





En lo concerniente a la ciencia, pensamos que ha llegado a una fase particularmente crítica. No se puede negar que ha evolucionado mucho y que ha permitido a la Humanidad realizar progresos considerables. Sin ella, los hombres continuarían en la edad de piedra. Pero allí donde la civilización griega había elaborado una concepción cualitativa de la investigación científica, el siglo XVII provocó un verdadero seísmo al instaurar la supremacía de lo cuantitativo, lo que no deja de estar relacionado con la evolución de la economía. El mecanicismo, el racionalismo, el positivismo, etc., han hecho de la consciencia y de la materia dos campos bien distintos reduciendo todo fenómeno a una entidad mensurable y desprovista de subjetividad. El "cómo" ha eliminado al "por qué". Aunque es un hecho que las investigaciones emprendidas en el curso de los últimos decenios han conducido a descubrimientos importantes, el interés financiero parece haber primado sobre el resto. Y en el presente nos encontramos en la cima del materialismo científico.

Nos hemos convertido en esclavos de la ciencia, aunque no la hemos sometido a nuestra voluntad. Simples errores tecnológicos son capaces de poner en peligro a las sociedades más avanzadas, lo que prueba que el Hombre ha creado un desequilibrio entre lo cualitativo y lo cuantitativo, y también, entre él mismo y lo que ha creado. Los fines materialistas que persigue en nuestros días a través de la investigación científica han terminado por extraviar su espíritu. Paralelamente, le han alejado de su alma y de lo más divino que hay en él. Esta racionalización excesiva de la ciencia es un peligro real que amenaza a la Humanidad a medio, y tal vez, a corto plazo. En efecto, toda sociedad en la que la materia domina sobre la consciencia desarrolla la parte menos noble de la naturaleza humana, por lo que está condenada a desaparecer prematuramente y en circunstancias a menudo trágicas.

En cierta medida, la ciencia se ha convertido en una religión, pero en una religión materialista, lo que no deja de ser una paradoja. Basada en una contemplación mecanicista del Universo, de la Naturaleza y del Hombre, posee su propio credo ("No creer más que lo que se ve") y su propio dogma ("No existe la verdad fuera de ella"). No obstante, debemos poner de relieve que las investigaciones que realiza sobre el cómo de las cosas la conducen cada vez más a menudo a interrogarse sobre el por qué, de manera que poco a poco va tomando consciencia de sus límites y comienza a encontrarse con el misticismo. Algunos científicos, es cierto que aún muy raros, han llegado a establecer la existencia de Dios como un postulado. Hay que destacar que la ciencia y el misticismo estaban muy unidos en la Antigüedad. hasta el punto de que los científicos eran místicos y al contrario. Es precisamente en la reunificación de estas dos vías de conocimiento en lo que se deberá trabajar en el curso de los próximos decenios.

Es necesario replantearse la cuestión de la investigación. ¿Cuál es, por ejemplo, el sentido real de la reproducción de un experimento? ¿Una proposición que no se verifica en todos los casos es necesariamente falsa? Nos parece urgente ir más allá del dualismo racional que entró en vigor en el siglo XVII, porque sólo de esta manera puede encontrarse el verdadero conocimiento. El hecho de no poder probar la existencia de Dios no es suficiente para afirmar que no existe. La verdad puede tener múltiples caras; retener una sola en nombre de la racionalidad es un insulto a la razón. Además, ¿podemos hablar realmente de racional o irracional? ¿Es la ciencia racional cuando cree en el azar? Nos parece en efecto mucho más irracional creer en él que no creer. En cuanto a este tema, debemos decir que nuestra Fraternidad siempre se ha opuesto a la noción común del azar, al que considera como una fácil solución y una dimisión frente a lo real. En ello, estamos de acuerdo con la opinión de Albert Einstein: "El azar es el Sendero que Dios toma cuando quiere permanecer anónimo".

La evolución de la ciencia plantea igualmente problemas nuevos en los planos ético y metafísico. Aunque es innegable que las investigaciones genéticas han permitido alcanzar grandes progresos en el tratamiento de enfermedades que parecían incurables, también han abierto la vía a manipulaciones que permiten crear seres humanos por donación. Este género de procreación sólo puede llevar a un empobrecimiento genético de la especie humana y a su degeneración. Supone, entre otras cosas, criterios de selección inevitablemente regidos por la subjetividad acarreando en consecuencia riesgos en materia de eugenismo. Además, la reproducción por donación solamente tiene en cuenta la parte física y material del ser humano, sin pensar en su espíritu ni en su alma. Por eso consideramos que esta manipulación genética atenta, no solamente contra su dignidad sino también a su integridad mental, psíquica y espiritual. En ello, nos suscribimos al axioma "Ciencia sin consciencia no es sino la ruina del alma". La apropiación del Hombre por el Hombre sólo ha dejado tristes recuerdos en la Historia. Nos parece por tanto peligroso dar vía libre a los experimentos relacionados con la donación como método de reproducción del ser humano en particular y de los seres vivos en general. Mantenemos el mismo miedo en cuanto a las manipulaciones que afectan al patrimonio genético tanto de los animales como de los vegetales.





En lo que concierne a la tecnología, comprobamos que también ella está en plena mutación. Desde tiempos remotos, los hombres han fabricado herramientas que les permitieran mejorar sus condiciones de vida y ser más eficaces en su trabajo. En su aspecto más positivo, este deseo estaba motivado por tres fines principales: permitirles hacer cosas que no podían realizar simplemente con las manos; ahorrarles penas y fatigas; ganar tiempo. Hay que poner igualmente de relieve que durante siglos, por no decir milenios, la tecnología solamente fue empleada para ayudar al Hombre en los trabajos manuales y en las actividades físicas, mientras que en nuestros días, se utiliza también en el plano intelectual. Además, durante mucho tiempo ha estado limitada a procedimientos mecánicos que necesitaban la intervención directa del Hombre y que no atentaban, o muy poco, a su entorno.

En el momento actual, la tecnología es omnipresente habiéndose constituido en el corazón de las sociedades modernas, hasta el punto de resultar casi indispensable. Sus aplicaciones son múltiples e íntegra en ella procedimientos tanto mecánicos como eléctricos, electrónicos, informáticos, etc. Desgraciadamente, toda medalla tiene su reverso, y las máquinas han llegado a convertirse en un riesgo para el propio Hombre, porque mientras antes estaban destinadas a ayudarle a ahorrar fatigas, ahora están destinadas a reemplazarle. Además, no se puede negar que el desarrollo progresivo del mecanicismo ha provocado una cierta deshumanización de la sociedad. en el sentido de que ha reducido considerablemente los contactos humanos, nos referimos a los contactos físicos y directos. A ello hay que añadir todas las formas de polución que ha generado la industrialización en numerosos aspectos.

El problema que plantea actualmente la tecnología proviene de que ha evolucionado mucho más deprisa que la consciencia humana. Por ello, pensamos que es urgente que rompa con el modernismo actual y que se convierta en un agente del humanismo. Es absolutamente necesario que el Hombre vuelva a ocupar el centro de la vida social, lo que implica, tal como hemos dicho al hablar de la economía, que la máquina se ponga a su servicio. Esta perspectiva necesita una total revisión de los valores materialistas que condicionan nuestra sociedad actual. Lo que supone, en consecuencia, que todos los hombres se centren en sí mismos y que comprendan finalmente que hay que propiciar la calidad de vida y cesar esta carrera desenfrenada contra el Tiempo. Esto no será posible a menos que aprendan a vivir de nuevo en armonía, no solamente con la Naturaleza, sino también consigo mismos. Lo ideal sería que la tecnología evolucione de tal manera que libere al Hombre de las tareas más pesadas, pero permitiéndole desarrollarse armoniosamente en contacto con los demás.





En lo que concierne a las grandes religiones, pensamos que en la actualidad se manifiestan en ellas dos movimientos contrarios: uno centrípeto, el otro centrífugo. El primero consiste en una práctica radical que adopta la forma de integrismo, tal como puede observarse en el seno del cristianismo, del judaísmo, del Islam o del hinduismo, entre otros. El segundo se traduce por una difuminación de su credo en general y de sus dogmas en particular. El individuo ya no adepta ser mantenido en la periferia de un sistema de creencias, aunque se trate de una religión que se dice revelada. En el momento actual, quiere situarse en el centro de un sistema de pensamiento que proceda de su propia experiencia. La aceptación de los dogmas religiosos ha dejado de ser automática. Los creyentes han adquirido cierto sentido crítico en cuanto a las cuestiones religiosas, y la validez de sus convicciones responde cada vez más a una auto evaluación. Allí donde la necesidad de espiritualidad había producido antaño religiones que tenían una forma arborescente (la que corresponde a un árbol bien arraigado en su aspecto sociocultural, al que además habían contribuido a enriquecer), toma ahora la forma de una estructura de rizoma, hecha de arbustos múltiples y variados. Pero ¿no sopla el Espíritu donde Él quiere?

De esa manera aparecen en nuestros días, al margen o en lugar de las grandes religiones, grupos de personas afines, comunidades de ideas o movimientos de pensamiento, en el seno de los cuales se admiten las doctrinas, más propuestas que impuestas, por medio de una adhesión voluntaria. Independientemente de la naturaleza intrínseca de estas comunidades, grupos o movimientos, su multiplicación ha llevado a una diversificación de la búsqueda espiritual. De manera general, pensamos que esta diversificación se debe a que las grandes religiones, a las que respetamos como tales, ya no conservan el monopolio de la fe. Esto se debe a que cada vez responden menos a las cuestiones que se plantea el Hombre y a que ya no le satisfacen en el plano interior. Es también posible que esto se deba a que se han alejado de la Espiritualidad. y que ésta, aunque inmutable en esencia, busca expresarse constantemente a través de los canales mejor adaptados a la evolución de la Humanidad.

La supervivencia de las grandes religiones depende más que nunca de su aptitud para renunciar a las creencias y a las posiciones dogmáticas que han adoptado durante siglos, tanto en el plano moral como doctrinal. Para que perduren, deben adaptarse obligatoriamente a la sociedad. Si no tienen en cuenta la evolución de las consciencias ni el progreso de la ciencia actual, están condenadas a desaparecer en un plazo más o menos largo, no sin antes provocar conflictos étnicos, sociales y religiosos. Pero de hecho, pensamos que su desaparición es ineluctable y que bajo el efecto de la mundialización de las consciencias, nacerá una Religión universal que integrará en ella todo lo mejor que las anteriores podían ofrecer a la Humanidad para su Regeneración. Además, pensamos que el deseo de conocer las leyes divinas, es decir, las leyes naturales, universales y espirituales, suplantará más pronto o más tarde al solo deseo de creer en Dios. Nosotros pensamos que las creencias cederán un día su lugar al Conocimiento.





En lo que concierne a la moral, pensamos que el sentido que se concede a esta palabra es equívoco y cada vez más engañoso. Para nosotros, no significa una obediencia ciega a las reglas (por no decir dogmas) sociales, religiosas, políticas o de cualquier tipo. Sin embargo, así es como muchos de nuestros conciudadanos perciben la moral en nuestros días, de ahí su rechazo actual. Nosotros consideramos que se trata más bien de la relación de respeto que todo individuo debería tener para consigo mismo, hacia los demás y hacia su entorno. El respeto a nosotros mismos consiste en vivir de acuerdo con nuestras ideas y en no permitirnos los comportamientos que reprobamos en otros. Tal como enseñaron los sabios del pasado, el respeto a los demás consiste en no hacer a nuestro prójimo lo que no querríamos que él nos hiciera a nosotros. En cuanto al respeto al entorno, osamos decir lo que es obvio: consiste en respetar a la naturaleza y preservarla para las generaciones futuras. Visto bajo este ángulo, la moral implica un equilibrio entre los derechos y deberes de cada ser humano, lo que le da una dimensión humanista que no tiene nada de moralizadora.

La moral, en el sentido en que acabamos de definirla, nos lleva al problema de la educación, que nos parece que se está perdiendo. La mayoría de los padres han abandonado su misión en este aspecto y carecen de las bases necesarias para educar correctamente a sus hijos. Para paliar esta carencia, muchos descargan su responsabilidad en los profesores. Pero el papel de quienes se dedican a la enseñanza ¿no es instruir, es decir, transmitir conocimientos? En cuanto a la educación, consiste sobre todo en inculcar valores cívicos y éticos. Nosotros compartimos la idea de Sócrates que veía en ella "el arte de despertar las virtudes del alma" tales como la humildad, la generosidad, la honestidad. la tolerancia, la bondad. etc. Independientemente de toda consideración de orden espiritual, pensamos que estas serían las virtudes que, de manera general, los padres deberían inculcar en sus hijos. Como es natural, esto implica, si no que ellos mismos las hayan adquirido, al menos que sean conscientes de la necesidad de adquirirlas.

Es bien sabido que los Rosacruces del pasado practicaban la alquimia material que consistía en transmutar en oro los metales viles, especialmente el plomo y el estaño. Lo que a menudo se ignora es que también realizaban una alquimia espiritual. Nosotros, los Rosacruces de los tiempos presentes, damos prioridad a esta última forma de alquimia porque el mundo la necesita más que nunca. Consiste, para todo ser humano, en transmutar los defectos en sus cualidades opuestas, para adquirir precisamente las virtudes a las que nos hemos referido anteriormente. Pensamos en efecto que estas son las virtudes que hacen la dignidad humana, y que el Hombre solamente es digno de su estatus cuando las expresa a través de lo que piensa, dice y hace. Es evidente que si todas las personas, independientemente de sus creencias religiosas, de sus ideas políticas o de otro tipo, hicieran un esfuerzo por adquirir estas virtudes, el mundo entero sería mejor. Por lo tanto, la Humanidad puede y debe regenerarse, pero para ello es necesario que todo ser humano se regenere a sí mismo, incluido en el plano moral.





En lo que concierne al arte, pensamos que en el curso de los últimos siglos, y más especialmente durante los últimos decenios, ha seguido un movimiento de intelectualización que lo ha conducido a ser cada ves más abstracto. Este proceso lo ha escindido en dos corrientes opuestas: un arte elitista y un arte popular. El arte elitista es precisamente el que se expresa a través de lo abstracto y cuya comprensión está limitada con mucha frecuencia a aquellos que se dicen o consideran iniciados. Por una reacción natural, el arte popular se opone a esta tendencia reforzando su manera de traducir lo concreto, a veces de una manera excesivamente figurativa. Por paradójico que parezca, porque es cierto que los extremos se tocan, tanto el uno como el otro caen cada vez más profundamente en la materia. De esta manera, a imagen de la mayoría de los aspectos de la actividad humana, el arte se ha convertido estructural e ideológicamente en materialista. En nuestros días, traduce ante todo los impulsos del ego y no las aspiraciones del alma, lo que sentimos profundamente.

Creemos que el arte verdaderamente inspirado consiste en traducir en el plano humano la belleza y la pureza del Plano divino. El ruido no es la música; embadurnar no es pintar; martillear no es esculpir; contorsionarse no es danzar. Cuando no se trata de efectos de la moda, son los medios de expresión quienes traducen un mensaje sociológico que no debería ser descuidado. Es obvio que hay cosas que pueden gustar, pero no nos parece oportuno denominarlas "artísticas". Pensamos que para que las artes participen en la regeneración de la Humanidad. deben extraer su inspiración de los arquetipos naturales, universales y espirituales, lo que implica que los artistas "se eleven" hacia los arquetipos en vez de "descender" a los estereotipos más comunes. Paralelamente, es absolutamente necesario que las artes tengan una finalidad estética. Estas son para nosotros las dos condiciones principales que debe reunir el arte para contribuir realmente a la elevación de las consciencias y para que sea la expresión humana de la Armonía Cósmica.





En lo que concierne a las relaciones del Hombre con sus semejantes, pensamos que cada vez son más interesadas y que cada vez están más lejos del altruismo. Es cierto que siguen manifestándose los lazos de solidaridad, pero suele ser ocasionalmente, con motivo de catástrofes (inundaciones, tempestades, temblores de tierra). En tiempos ordinarios, lo que predomina en los comportamientos es "que cada uno se valga por sí mismo". Según nosotros, este ascenso del individualismo sigue siendo una consecuencia del materialismo excesivo en que viven actualmente las sociedades modernas. No obstante, el aislamiento que se produce como consecuencia, debe terminan generando más pronto o más tarde el deseo y la necesidad de renovar el contacto con los demás. Además, es de esperar que esta soledad lleve al ser humano a penetrar en su interior y a abrirse finalmente a la Espiritualidad.

La generalización de la violencia nos parece igualmente preocupante. Es cierto que siempre ha existido, pero vemos que cada vez aparece más en los comportamientos individuales. Más grave aún, cada vez se manifiesta antes. En los comienzos del siglo XXI, un niño ha matado a otro sin aparentes remordimientos. A esta violencia efectiva se añade una violencia ficticia que llena las pantallas del cine y de la televisión. La primera inspira a la segunda y la segunda alimenta a la primera, creando un círculo vicioso que ha llegado el momento de detener. No se puede negar que la violencia tiene múltiples causas (miseria social, ruptura familiar, deseo de venganza, necesidad de dominio, sentimiento de injusticia, etc.), peno su factor desencadenante no es otro que la propia violencia. Con toda evidencia, esta cultura de la violencia es perniciosa y no puede ser constructiva, teniendo en cuenta además que por primera vez en la Historia, la Humanidad posee los medios para autodestruirse a escala planetaria.

Paradoja de los tiempos modernos, es fácil comprobar que en la era de la comunicación las personas apenas se comunican. Los miembros de una misma familia no dialogan entre ellos, todos están ocupados en escuchan la radio, mirar la televisión o navegar por Internet. La misma comprobación se impone en un plano más general: la telecomunicación suplanta a la comunicación propiamente dicha. De esta manera, el hombre queda encerrado en una gran soledad reforzando el individualismo del que hemos hablado anteriormente. Que nadie nos interprete mal: el individualismo, corno derecho natural a vivir de manera autónoma y responsable, no nos parece en absoluto condenable, sino al contrario. Pero que se convierta en una forma de vida basada en la negación de los otros, nos parece especialmente grave porque contribuye a la desagregación del entorno familiar y del entramado social.

Por contradictorio que parezca, pensamos que la falta de comunicación actual entre los conciudadanos es el resultado del exceso de información. No se trata evidentemente de cuestionar el deber de informar y el derecho a ser informado, ya que uno y otro constituyen los pilares de toda democracia verdadera. Nos parece no obstante que la información se ha convertido a la vez en excesiva e invasora, hasta el punto de generar lo contrario: la desinformación. Sentimos igualmente que esté focalizada en la miseria de la condición humana y que ponga de relieve ante todo los aspectos negativos del comportamiento humano. Al hacerlo, alimenta el pesimismo, la tristeza y la desesperación; y lo que es peor, la suspicacia, la división y el rencor. Aunque sea legítimo mostrar todo lo que participa en la fealdad del mundo, sería más interesante para todos revelar lo que tiene de bello. Ahora más que nunca el mundo necesita el optimismo, la esperanza y la unidad.

La comprensión del Hombre por el Hombre constituirá un avance considerable, más radical aún que el desarrollo científico y tecnológico que ha conocido el siglo XX. Esta es la causa por la que toda sociedad debe favorecer no solamente los encuentros directos entre sus miembros, sino que también debe abrirse al mundo. Nosotros defendemos la causa de una Fraternidad humana que haga de todo individuo un Ciudadano del mundo, lo que supone poner fin a toda discriminación o segregación de orden racial, étnico, social, religioso, político o de otro tipo. Finalmente, se trata de trabajar para el advenimiento de una Cultura de la Paz basada en la integración y en la cooperación, meta que siempre se han fijado los Rosacruces. Siendo la Humanidad una en esencia, su felicidad sólo es posible favoreciendo la de todos los hombres sin excepción.





En lo que concierne a las relaciones del Hombre con la Naturaleza, pensamos que nunca han sido tan malas en su conjunto. Es fácil comprobar que las actividades de los seres humanos tienen efectos cada vez más nocivos y degradantes sobre el entorno. Sin embargo, es evidente que la supervivencia de la especie humana depende de su capacidad de respetar los equilibrios naturales. Como consecuencia de las manipulaciones biológicas en lo relativo a la alimentación, de la utilización a gran escala de agentes polucionantes, de la acumulación mal controlada de los deshechos nucleares, por no citar más que los principales riesgos, el desarrollo de la Civilización ha puesto en peligro su entorno. La protección a la Naturaleza, y la salvaguardia de la humanidad que antes solamente concernía a los especialistas en la materia, se ha convertido ahora en una cuestión de ciudadanía. Es más, ahora ha alcanzado un plano mundial. Esto es tan importante que ha hecho que cambie el concepto mismo de Naturaleza y que el Hombre tome parte activa de ella: en nuestros días, ya no se puede hablar de "Naturaleza en sí misma". La Naturaleza será lo que el Hombre quiera que sea.

Una de las características de la época actual es el gran consumo de energía. Este fenómeno no sería inquietante si se hubiera llevado con inteligencia. Pero comprobamos que los recursos naturales están siendo explotados en demasía y que se van gastando gradualmente (carbón, gas, petróleo). Además, algunas fuentes de energía (centrales nucleares) presentan riesgos importantes que son difíciles de controlar. Observamos igualmente que a pesar de las recientes tentativas de concertación, existen peligros tales como las emisiones de gases con efecto invernadero, la desertización, la deforestación, la polución de los mares, etc., que no son objeto de las medidas adecuadas porque no existe suficiente voluntad. Además de que estos atentados al entorno hacen correr graves riesgos a la Humanidad, dan la imagen de una gran falta de madurez, tanto en el plano individual como colectivo. Aunque no todo el mundo piense igual, creemos que los desajustes climáticos actuales, con las correspondientes tempestades, inundaciones, etc., son una consecuencia de las agresiones que infligen los hombres desde hace mucho tiempo a nuestro planeta.

Con toda evidencia, existe otro importante problema que cada vez será más crucial en el porvenir: el del agua. Se trata de un elemento indispensable para el mantenimiento y desarrollo de la vida. Bajo una forma u otra, todos los seres vivos tienen necesidad de ella. El Hombre no es una excepción a esta ley natural, ya que su cuerpo contiene un 70% de agua. Sin embargo, aproximadamente un habitante de cada seis tiene problemas para acceder al agua dulce, proporción que puede alcanzar a uno de cada cuatro antes de medio siglo debido al aumento de la población mundial ya la polución de ríos y arroyos. Los grandes especialistas en la materia están de acuerdo en decir que la apuesta de este siglo será el "oro blanco" en lugar del "oro negro", con todos los riesgos de conflictos que ello supone. Se impone igualmente una toma de consciencia global del problema.

La polución del aire conlleva igualmente importantes riesgos para la vida en general y para la especie humana en particular. La industria, la calefacción y los transportes participan en una degradación de su calidad polucionando la atmósfera, lo que es una fuente de riesgos para la salud pública. Las zonas urbanas son las más afectadas por este fenómeno que amenaza con ampliarse según aumenta la urbanización. En este orden de ideas, la hipertrofia de las ciudades constituye un peligro para el equilibrio de las sociedades que no debe ser descuidado. En cuanto a su crecimiento, adoptamos la postura que en su época emitía Platón, a quien ya nos hemos referido: "Mientras, al agrandarse, conserve su unidad, la ciudad puede extenderse, pero no más allá". El gigantismo no puede favorecer al humanismo, en el sentido en que nosotros lo entendemos. Conlleva necesariamente el desarraigo en el seno de las grandes ciudades y genera malestar e inseguridad.

El comportamiento del Hombre hacia los animales forma parte igualmente de sus relaciones con la Naturaleza. Es deber suyo amarlos y respetarlos. Todos forman parte de la cadena de la vida, tal como se manifiesta sobre la Tierra, y todos son agentes de la Evolución. A su nivel, todos son igualmente canales del Alma divina y participar del Plan divino. Incluso podríamos considerar que los más evolucionados serán los hombres del futuro. Por todas estas razones, encontramos indignas las condiciones en que viven muchos de ellos y en las que son abatidos. En cuanto a la vivisección, vemos en ella un acto de barbarie. En general, consideramos que la fraternidad debe incluir a todos los seres que la vida ha puesto en el mundo. Compartimos los siguientes propósitos que se atribuyen a Pitágoras: "Mientras que los hombres continúen destruyendo sin piedad a los seres vivos de los reinos inferiores, no conocerán ni la salud ni la paz. Mientras se masacre a los animales, se matarán entre ellos. Porque quien siembra la muerte y el dolor no puede recolectar la alegría y el amor".





En lo que concierne a las relaciones del Hombre con el Universo, pensamos que están basadas en una interdependencia. Al ser el Hombre hijo de la Tierra y al ser la Tierra hija del Universo, el Hombre es por tanto un hijo del Universo. Los átomos que componen el cuerpo humano provienen de la Naturaleza y pueden encontrarse en los confines del Cosmos, lo que hace decir a los astrofísicos que "El Hombre es un hijo de las estrellas". Pero si el Hombre debe todo al Universo, el Universo también debe mucho al Hombre: no su existencia, pero sí su razón de existir. En efecto, ¿qué sería del Universo si los ojos del Hombre no pudieran contemplarlo, si su consciencia no pudiera abrazarlo, si su alma no pudiera reflexionar sobre él? En realidad, el Universo y el Hombre se necesitan el uno al otro para conocerse y para reconocerse, lo que no deja de recordarnos el célebre axioma que dice: "Conócete a ti mismo, y conocerás al Universo y a los dioses".

De lo anteriormente expuesto no debe deducirse que nuestro concepto de la Creación es antropocéntrico, ya que no hacemos del Hombre el centro del Plan divino. Digamos más bien que hacemos de la Humanidad el centro de nuestras preocupaciones. Según nosotros, su presencia sobre la Tierra no es fruto del azar o de un concurso de circunstancias. Es la consecuencia de una Intención que tiene su origen en esa Inteligencia universal a la que comúnmente llamamos "Dios". Aunque Dios, por Su Trascendencia, es incomprensible e ininteligible, no ocurre lo mismo con las leyes por las cuales Él se manifiesta en la Creación. Como ya hemos mencionado, el Hombre tiene el poder, si no el deber, de estudiar estas leyes y de aplicarlas para su bienestar material y espiritual. Pensamos incluso que es en este estudio y en esta aplicación donde reside, no solamente su razón de ser, sino también su felicidad.

Las relaciones del Hombre con el Universo plantean igualmente la cuestión de saber si existe la vida más allá de la Tierra. Nosotros estamos convencidos de ello. Puesto que el Universo cuenta con aproximadamente cien mil millones de estrellas, lo más probable es que existan millones de sistemas solares comparables al nuestro. En consecuencia, pensar que solamente nuestro planeta está habitado, nos parece muy limitado y que constituye una forma de egocentrismo. Entre las formas de vida que pueblan otros mundos, habrá muchas que estén probablemente más evolucionadas que las que existen sobre la Tierra; otras, estarán menos. Pero todas forman parte del mismo Plan divino y participan de la Evolución cósmica. En cuanto al hecho de saber si los extraterrestres se encuentran en condiciones de contactar con nosotros, pensamos que así es, pero no lo estamos esperando. Tenemos otras prioridades. No obstante, el día en que se produzca el contacto, porque se producirá, será un acontecimiento sin precedentes, porque la Historia del Hombre se fundirá entonces en la de la Vida universal...







EPÍLOGO


Querido lector:

He aquí lo que deseábamos hacerle llegar por medio de este Manifiesto. ¿Le ha parecido alarmista? A causa de nuestra filosofía, podemos asegurarle que somos a la vez idealistas y optimistas, y que tenemos confianza en el Hombre y en su destino. Cuando se considera las cosas útiles y bellas que ha creado en la ciencia, en la tecnología, en la arquitectura, en el arte, en la literatura y en otros aspectos, y cuando se profundiza en los nobles sentimientos que es capaz de experimentar y expresar, tales como el asombro, la compasión, el amor, no se puede negar que posee en él algo divino y que es capaz de trascenderse a sí mismo para hacer el bien. A riesgo de parecer utópicos, pensamos que el Hombre tiene poderes para hacer de la Tierra un lugar de paz, de armonía y de fraternidad. Sólo depende de él.

La situación del mundo actual no es desesperada, sino preocupante. Lo que más nos preocupa no es tanto el estado de la Humanidad sino el de nuestro planeta. Pensamos en efecto que el tiempo no cuenta para la evolución espiritual del Hombre, porque al ser su alma inmortal, tiene toda la eternidad por delante para evolucionar. Por el contrario, la Tierra está realmente amenazada a medio término, al menos, como marco de vida de la especie humana. El tiempo si cuenta para ella, por lo que pensamos que el verdadero reto del siglo XXI es su preservación. Esto es lo que deberían intentar la política, la economía, la ciencia, la tecnología y, de manera general, todos los campos de la actividad humana. ¿Es tan difícil comprender que la Humanidad no puede encontrar la felicidad si no vive en armonía con las leyes naturales, y por extensión, con las leyes divinas? Además, ¿es poco razonable admitir que dispone de los medios de protegerse a sí misma en su propio interés? De cualquier manera, silos hombres persisten en el materialismo actual, se cumplirán las profecías más sombrías sin que nadie pueda evitarlo.

Poco importan las ideas políticas, las creencias religiosas, las convicciones filosóficas. No son tiempos de división de ningún tipo, sino de unión: la unión de las diferencias al servicio del bien común. Nuestra fraternidad cuenta en sus filas con cristianos, judíos, musulmanes, budistas, hinduistas, animistas y también, agnósticos. Reúne igualmente a personas que pertenecen a todas las categorías sociales y que representan a todas las ideas políticas clásicas. Hombres y mujeres gozan de total igualdad y cada miembro disfruta de las mismas prerrogativas. Esta unidad en la diversidad es quien da poder a nuestros ideales y a nuestro egregor. Nuestra virtud preferida es la tolerancia, es decir, precisamente el derecho a la diferencia. Esto no nos hace sabios, porque la sabiduría integra otras virtudes. Nos consideramos filósofos, es decir, literalmente, "amantes de la sabiduría".





Antes de finalizar esta "Positio" y de ponerle el sello de nuestra Fraternidad, deseamos cerrarla con una invocación que podríamos llamar "Utopía rosacruz", en el sentido platónico del término. Hacemos una llamada a la buena voluntad de todos y de cada uno, a fin de que esta Utopía se convierta un día en realidad para el mayor bien de la Humanidad. Puede que este día no llegue jamás, pero si todos los hombres se esfuerzan en creer que es posible y actúan en consecuencia, el mundo será algo mejor...

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Monday February 26, 2007 - 12:44pm (MST) Edit | Delete | Permanent Link | 0 Comments

Positio Fraternitatis Rosae Crucis
Positio Fraternitatis Rosae Crucis
Introducción





El Hombre evoluciona a través del Tiempo, como lo hace todo aquello que participa en su marco de vida, incluso el mismo Universo. Se trata de una característica de todo lo que existe en el mundo manifestado. Pero nosotros pensamos que la evolución del Hombre no está limitada a los aspectos materiales de su existencia, estamos convencidos de que posee un alma, es decir, una dimensión espiritual. Según nuestra opinión, ella es quien hace de él un ser consciente, capaz de reflexionar sobre su origen y destino. Por eso consideramos la evolución de la Humanidad como un fin, a la Espiritualidad como un medio, y al Tiempo como un revelador.

La Historia no puede ser comprendida por los acontecimientos que la generan o que ella misma genera, sino por los lazos que los unen. Además, posee un sentido, hecho que es aceptado por la mayoría de los historiadores actuales. Para comprenderla, es necesario tomar en consideración los acontecimientos, ciertamente como elementos aislados, pero también y sobre todo, como elementos que componen un todo. En efecto, pensamos que un hecho no es verdaderamente histórico si no es en relación con el conjunto a que pertenece. Disociarlos, o hacer de su disociación una lección moral de la Historia, constituye una estafa intelectual. Existen proximidades, yuxtaposiciones, coincidencias o concomitancias que no deben nada al azar.

Como decíamos en el Prólogo, vemos una similitud entre la situación actual del mundo y la de la Europa del siglo XVII. Lo que algunos llaman "post-modernidad" ha provocado efectos comparables en numerosos aspectos, siendo desgraciadamente la causa de una cierta degeneración de la Humanidad. Pero pensamos que esta degeneración no es sino temporal y que finalizará con una Regeneración individual y colectiva, a condición, sin embargo, de que los hombres den una dirección humanista y espiritual a su porvenir. Si no lo hacen, se expondrán a problemas mucho más graves que los que les afectan en la actualidad.

En razón a nuestra Ontología, consideramos que el Hombre es la criatura más evolucionada de todas las que viven sobre la Tierra, aunque a veces se comporte de una manera indigna de su condición. Si ocupa esta situación privilegiada, es porque posee consciencia de sí mismo y libre albedrío. Es por tanto capaz de pensar y de orientar su existencia por medio de sus propias elecciones. Creemos igualmente que todo ser humano es una célula elemental de un solo y único cuerpo, el de la Humanidad entera. En virtud de este principio, nuestra concepción del Humanismo consiste en decir que todos los hombres deberían tener los mismos derechos, gozar del mismo respeto y disfrutar de la misma libertad, y esto, independientemente del país en que hayan nacido o donde viven.

En cuanto a nuestro concepto de la espiritualidad, está basado por una parte, en la convicción de que Dios existe como una Inteligencia absoluta, que ha creado el Universo y todo lo que éste contiene, y por otra, en la certeza de que el Hombre posee un alma que emana de Él. Más aún, pensamos que Dios se manifiesta en toda la Creación por medio de leyes que el Hombre debe estudiar, comprender y respetar para alcanzar una mayor felicidad. De hecho, consideramos que la Humanidad evoluciona hacia la comprensión del Plan divino y que está destinada a crear sobre la Tierra una Sociedad ideal. Este humanismo espiritual puede parecer utópico, pero nos unimos a Platón cuando declaraba en la "República": "La Utopía es la forma de Sociedad ideal. Puede parecer imposible realizarla sobre la Tierra, pero es en ella donde el sabio debe poner sus esperanzas".

En este período bisagra de la Historia, la Regeneración de la Humanidad nos parece más posible de lo que nunca lo fue debido a la convergencia de las consciencias, a la generalización de los intercambios internacionales, a la expansión del mestizaje cultural, a la mundialización de la información, así como a la interdisciplinaridad que ahora existe entre todas las ramas del saber. Pero pensamos que esta Regeneración, que debe llevarse a cabo tanto en el plano individual como colectivo, no puede conseguirse si no es privilegiando el eclecticismo y su corolario: la tolerancia. En efecto, ninguna institución política, ninguna religión, ninguna filosofía, ninguna ciencia obstenta por sí sola el monopolio de la Verdad. Sólo es posible acercarse a la Verdad poniendo en común lo más noble que todas ellas pueden ofrecer a los hombres, lo que nos lleva a buscar la unidad a través de la diversidad.

Más pronto o más tarde, las vicisitudes de la existencia llevan al Hombre a interrogarse sobre la razón de su presencia sobre la Tierra. Esta búsqueda de una justificación es natural, porque forma parte integrante del alma humana y constituye el fundamento de su evolución. Además, los acontecimientos que jalonan la Historia no se justifican por su mera existencia, sino que reflejan una razón exterior. Pensamos que esta razón está integrada en el proceso espiritual que incita al Hombre a interrogarse sobre los misterios de la vida, lo que le lleva antes o después a interesarse por el misticismo y por la "búsqueda de la Verdad". Aunque esta búsqueda sea natural, debemos añadir que el hombre se siente impulsado hacia la esperanza y el optimismo por un mandato de su naturaleza divina y por un instinto biológico de supervivencia. La aspiración a la Trascendencia aparece entonces como una exigencia vital de la especie humana.





En lo concerniente a la política, pensamos que debe ser imperativamente renovada. Los grandes modelos del siglo XX, el marxismo-leninismo y el nacional-socialismo, basados en postulados sociales que pretendían ser definitivos, nos han llevado a una regresión de la razón y, finalmente, a la barbarie. Los determinismos correlativos a estas dos ideologías totalitarias se han alejado fatalmente de la necesidad de autodeterminación del Hombre, traicionando así su derecho a la libertad, y escribiendo al mismo tiempo las páginas más negras de la Historia. Y la Historia ha descalificado tanto al uno como al otro, esperemos que para siempre. Independientemente de nuestras ideas, los sistemas políticos basados en un monologismo, es decir, en un pensamiento único, tienen a menudo en común el imponer al Hombre "una doctrina de salvación" destinada a liberarle de su condición imperfecta y a elevarle a un estado "paradisíaco". Además, la mayoría no piden a los ciudadanos que reflexionen, sino que crean, lo que los hace parecerse a "religiones laicas".

En sentido contrario, las corrientes de pensamiento, tales como el Rosacrucismo, no son monológicas, sino que son pluralistas y facilitan el diálogo. Es decir, animan a dialogar con los demás favoreciendo las relaciones humanas. Paralelamente, aceptan la pluralidad de opinión y la diversidad de comportamientos. Estas corrientes se nutren de intercambios, de interacciones e incluso de contradicciones, cosa que prohíben y se prohíben a sí mismas las ideologías totalitarias. Esta es la causa por la que el Pensamiento rosacruz siempre ha sido rechazado por los totalitarismos de cualquier naturaleza. Desde sus orígenes, nuestra Fraternidad defiende el derecho a forjarse libremente unas ideas y a expresarlas con la misma libertad. Los Rosacruces no son necesariamente librepensadores, sino pensadores libres.

En el estado actual del mundo, nos parece que la democracia continúa siendo la mejor forma de gobernar, lo que no excluye que tenga ciertas debilidades. En efecto, en toda democracia verdadera, basada en la libertad de opinión y de expresión, se encuentran generalmente una variedad de tendencias, tanto entre los gobernantes como entre los gobernados. Desgraciadamente, esta pluralidad es a menudo la causa de una división, con los conflictos que se derivan de ello. Esta es la razón por la que la mayor parte de los Estados democráticos manifiestan divergencias que los enfrentan continuamente y de manera casi sistemática. Estas divergencias políticas, que gravitan por lo general alrededor de una mayoría y de una oposición, nos parece que ya no se adaptan a las sociedades modernas, ya que frenan la Regeneración de la humanidad. El ideal para cada nación en este aspecto, sería que favoreciera la formación de un gobierno procedente de todas las tendencias que reuniera a las personalidades más aptas para dirigir los asuntos de Estado. Por extensión, desearíamos que existiera un día un Gobierno mundial representativo de todas las naciones, del que la O.N.U. no es sino un embrión.





En lo concerniente a la economía, pensamos que está en plena deriva. Es fácil comprobar que cada vez condiciona más la actividad humana y que cada vez es más normativa. En nuestros días, independientemente de las apariencias, ha adquirido la forma de redes estructuradas muy influyentes, y por lo tanto, dirigentes. Por otra parte, funciona más que nunca partiendo de unos valores determinados que se quieren hacer cuantificables: costo de la producción, umbral de rentabilidad, evaluación de los beneficios, duración del trabajo, etc. Estos valores son consustanciales al sistema económico actual y le proporcionan los medios de alcanzar los fines que persigue. Desgraciadamente, estos fines son fundamentalmente materialistas porque están basados en obtener beneficios a cualquier precio, tanto es así que se ha llegado a poner al Hombre al servicio de la economía, cuando debería ser la economía la que estuviera al servicio del hombre.

En nuestros días, todas las naciones son tributarias de una economía mundial que podría ser calificada de "totalitaria". Este totalitarismo económico no responde a las necesidades más elementales de cientos de millones de personas, mientras que las masas monetarias nunca han sido tan colosales en el plano mundial. Esto quiere decir que las riquezas producidas por los hombres solamente benefician a una minoría de ellos, lo que no deja de ser deplorable. De hecho, comprobamos que existe una brecha cada vez más grande entre los países ricos y los países pobres. En todos los países puede observarse el mismo fenómeno entre los más desfavorecidos y los más favorecidos. Pensamos que esto se debe a que la economía se ha vuelto demasiado especulativa y a que alimenta mercados e intereses que son más virtuales que reales.

Con toda evidencia, la economía no cumplirá su papel hasta que sea puesta al servicio de todos los hombres. Esto supone que se considere al dinero como lo que realmente es, es decir, un medio de intercambio y una energía destinada a que todos puedan adquirir lo que necesitan para poder vivir felices en el plano material. Estamos convencidos de que el Hombre no está destinado a ser pobre, y menos aun miserable, sino que por el contrario, debe disponer de todo lo que puede contribuir a su bienestar para que pueda elevar su alma en toda calma hacia los planos de consciencia superiores. En lo absoluto, la economía debería ser utilizada de manera que deje de haber pobres y que toda persona pueda vivir en buenas condiciones materiales, ya que esto constituye el fundamento de la dignidad humana. La pobreza es únicamente una fatalidad y no se debe a un Decreto divino. Esperamos que llegue un día en que la economía esté basada en compartir los recursos tomando en consideración el bien común. No obstante, los recursos de la Tierra no son inagotables y no pueden ser compartidos hasta el infinito, de manera que será necesario regular los nacimientos, especialmente, en los países superpoblados.





En lo concerniente a la ciencia, pensamos que ha llegado a una fase particularmente crítica. No se puede negar que ha evolucionado mucho y que ha permitido a la Humanidad realizar progresos considerables. Sin ella, los hombres continuarían en la edad de piedra. Pero allí donde la civilización griega había elaborado una concepción cualitativa de la investigación científica, el siglo XVII provocó un verdadero seísmo al instaurar la supremacía de lo cuantitativo, lo que no deja de estar relacionado con la evolución de la economía. El mecanicismo, el racionalismo, el positivismo, etc., han hecho de la consciencia y de la materia dos campos bien distintos reduciendo todo fenómeno a una entidad mensurable y desprovista de subjetividad. El "cómo" ha eliminado al "por qué". Aunque es un hecho que las investigaciones emprendidas en el curso de los últimos decenios han conducido a descubrimientos importantes, el interés financiero parece haber primado sobre el resto. Y en el presente nos encontramos en la cima del materialismo científico.

Nos hemos convertido en esclavos de la ciencia, aunque no la hemos sometido a nuestra voluntad. Simples errores tecnológicos son capaces de poner en peligro a las sociedades más avanzadas, lo que prueba que el Hombre ha creado un desequilibrio entre lo cualitativo y lo cuantitativo, y también, entre él mismo y lo que ha creado. Los fines materialistas que persigue en nuestros días a través de la investigación científica han terminado por extraviar su espíritu. Paralelamente, le han alejado de su alma y de lo más divino que hay en él. Esta racionalización excesiva de la ciencia es un peligro real que amenaza a la Humanidad a medio, y tal vez, a corto plazo. En efecto, toda sociedad en la que la materia domina sobre la consciencia desarrolla la parte menos noble de la naturaleza humana, por lo que está condenada a desaparecer prematuramente y en circunstancias a menudo trágicas.

En cierta medida, la ciencia se ha convertido en una religión, pero en una religión materialista, lo que no deja de ser una paradoja. Basada en una contemplación mecanicista del Universo, de la Naturaleza y del Hombre, posee su propio credo ("No creer más que lo que se ve") y su propio dogma ("No existe la verdad fuera de ella"). No obstante, debemos poner de relieve que las investigaciones que realiza sobre el cómo de las cosas la conducen cada vez más a menudo a interrogarse sobre el por qué, de manera que poco a poco va tomando consciencia de sus límites y comienza a encontrarse con el misticismo. Algunos científicos, es cierto que aún muy raros, han llegado a establecer la existencia de Dios como un postulado. Hay que destacar que la ciencia y el misticismo estaban muy unidos en la Antigüedad. hasta el punto de que los científicos eran místicos y al contrario. Es precisamente en la reunificación de estas dos vías de conocimiento en lo que se deberá trabajar en el curso de los próximos decenios.

Es necesario replantearse la cuestión de la investigación. ¿Cuál es, por ejemplo, el sentido real de la reproducción de un experimento? ¿Una proposición que no se verifica en todos los casos es necesariamente falsa? Nos parece urgente ir más allá del dualismo racional que entró en vigor en el siglo XVII, porque sólo de esta manera puede encontrarse el verdadero conocimiento. El hecho de no poder probar la existencia de Dios no es suficiente para afirmar que no existe. La verdad puede tener múltiples caras; retener una sola en nombre de la racionalidad es un insulto a la razón. Además, ¿podemos hablar realmente de racional o irracional? ¿Es la ciencia racional cuando cree en el azar? Nos parece en efecto mucho más irracional creer en él que no creer. En cuanto a este tema, debemos decir que nuestra Fraternidad siempre se ha opuesto a la noción común del azar, al que considera como una fácil solución y una dimisión frente a lo real. En ello, estamos de acuerdo con la opinión de Albert Einstein: "El azar es el Sendero que Dios toma cuando quiere permanecer anónimo".

La evolución de la ciencia plantea igualmente problemas nuevos en los planos ético y metafísico. Aunque es innegable que las investigaciones genéticas han permitido alcanzar grandes progresos en el tratamiento de enfermedades que parecían incurables, también han abierto la vía a manipulaciones que permiten crear seres humanos por donación. Este género de procreación sólo puede llevar a un empobrecimiento genético de la especie humana y a su degeneración. Supone, entre otras cosas, criterios de selección inevitablemente regidos por la subjetividad acarreando en consecuencia riesgos en materia de eugenismo. Además, la reproducción por donación solamente tiene en cuenta la parte física y material del ser humano, sin pensar en su espíritu ni en su alma. Por eso consideramos que esta manipulación genética atenta, no solamente contra su dignidad sino también a su integridad mental, psíquica y espiritual. En ello, nos suscribimos al axioma "Ciencia sin consciencia no es sino la ruina del alma". La apropiación del Hombre por el Hombre sólo ha dejado tristes recuerdos en la Historia. Nos parece por tanto peligroso dar vía libre a los experimentos relacionados con la donación como método de reproducción del ser humano en particular y de los seres vivos en general. Mantenemos el mismo miedo en cuanto a las manipulaciones que afectan al patrimonio genético tanto de los animales como de los vegetales.





En lo que concierne a la tecnología, comprobamos que también ella está en plena mutación. Desde tiempos remotos, los hombres han fabricado herramientas que les permitieran mejorar sus condiciones de vida y ser más eficaces en su trabajo. En su aspecto más positivo, este deseo estaba motivado por tres fines principales: permitirles hacer cosas que no podían realizar simplemente con las manos; ahorrarles penas y fatigas; ganar tiempo. Hay que poner igualmente de relieve que durante siglos, por no decir milenios, la tecnología solamente fue empleada para ayudar al Hombre en los trabajos manuales y en las actividades físicas, mientras que en nuestros días, se utiliza también en el plano intelectual. Además, durante mucho tiempo ha estado limitada a procedimientos mecánicos que necesitaban la intervención directa del Hombre y que no atentaban, o muy poco, a su entorno.

En el momento actual, la tecnología es omnipresente habiéndose constituido en el corazón de las sociedades modernas, hasta el punto de resultar casi indispensable. Sus aplicaciones son múltiples e íntegra en ella procedimientos tanto mecánicos como eléctricos, electrónicos, informáticos, etc. Desgraciadamente, toda medalla tiene su reverso, y las máquinas han llegado a convertirse en un riesgo para el propio Hombre, porque mientras antes estaban destinadas a ayudarle a ahorrar fatigas, ahora están destinadas a reemplazarle. Además, no se puede negar que el desarrollo progresivo del mecanicismo ha provocado una cierta deshumanización de la sociedad. en el sentido de que ha reducido considerablemente los contactos humanos, nos referimos a los contactos físicos y directos. A ello hay que añadir todas las formas de polución que ha generado la industrialización en numerosos aspectos.

El problema que plantea actualmente la tecnología proviene de que ha evolucionado mucho más deprisa que la consciencia humana. Por ello, pensamos que es urgente que rompa con el modernismo actual y que se convierta en un agente del humanismo. Es absolutamente necesario que el Hombre vuelva a ocupar el centro de la vida social, lo que implica, tal como hemos dicho al hablar de la economía, que la máquina se ponga a su servicio. Esta perspectiva necesita una total revisión de los valores materialistas que condicionan nuestra sociedad actual. Lo que supone, en consecuencia, que todos los hombres se centren en sí mismos y que comprendan finalmente que hay que propiciar la calidad de vida y cesar esta carrera desenfrenada contra el Tiempo. Esto no será posible a menos que aprendan a vivir de nuevo en armonía, no solamente con la Naturaleza, sino también consigo mismos. Lo ideal sería que la tecnología evolucione de tal manera que libere al Hombre de las tareas más pesadas, pero permitiéndole desarrollarse armoniosamente en contacto con los demás.





En lo que concierne a las grandes religiones, pensamos que en la actualidad se manifiestan en ellas dos movimientos contrarios: uno centrípeto, el otro centrífugo. El primero consiste en una práctica radical que adopta la forma de integrismo, tal como puede observarse en el seno del cristianismo, del judaísmo, del Islam o del hinduismo, entre otros. El segundo se traduce por una difuminación de su credo en general y de sus dogmas en particular. El individuo ya no adepta ser mantenido en la periferia de un sistema de creencias, aunque se trate de una religión que se dice revelada. En el momento actual, quiere situarse en el centro de un sistema de pensamiento que proceda de su propia experiencia. La aceptación de los dogmas religiosos ha dejado de ser automática. Los creyentes han adquirido cierto sentido crítico en cuanto a las cuestiones religiosas, y la validez de sus convicciones responde cada vez más a una auto evaluación. Allí donde la necesidad de espiritualidad había producido antaño religiones que tenían una forma arborescente (la que corresponde a un árbol bien arraigado en su aspecto sociocultural, al que además habían contribuido a enriquecer), toma ahora la forma de una estructura de rizoma, hecha de arbustos múltiples y variados. Pero ¿no sopla el Espíritu donde Él quiere?

De esa manera aparecen en nuestros días, al margen o en lugar de las grandes religiones, grupos de personas afines, comunidades de ideas o movimientos de pensamiento, en el seno de los cuales se admiten las doctrinas, más propuestas que impuestas, por medio de una adhesión voluntaria. Independientemente de la naturaleza intrínseca de estas comunidades, grupos o movimientos, su multiplicación ha llevado a una diversificación de la búsqueda espiritual. De manera general, pensamos que esta diversificación se debe a que las grandes religiones, a las que respetamos como tales, ya no conservan el monopolio de la fe. Esto se debe a que cada vez responden menos a las cuestiones que se plantea el Hombre y a que ya no le satisfacen en el plano interior. Es también posible que esto se deba a que se han alejado de la Espiritualidad. y que ésta, aunque inmutable en esencia, busca expresarse constantemente a través de los canales mejor adaptados a la evolución de la Humanidad.

La supervivencia de las grandes religiones depende más que nunca de su aptitud para renunciar a las creencias y a las posiciones dogmáticas que han adoptado durante siglos, tanto en el plano moral como doctrinal. Para que perduren, deben adaptarse obligatoriamente a la sociedad. Si no tienen en cuenta la evolución de las consciencias ni el progreso de la ciencia actual, están condenadas a desaparecer en un plazo más o menos largo, no sin antes provocar conflictos étnicos, sociales y religiosos. Pero de hecho, pensamos que su desaparición es ineluctable y que bajo el efecto de la mundialización de las consciencias, nacerá una Religión universal que integrará en ella todo lo mejor que las anteriores podían ofrecer a la Humanidad para su Regeneración. Además, pensamos que el deseo de conocer las leyes divinas, es decir, las leyes naturales, universales y espirituales, suplantará más pronto o más tarde al solo deseo de creer en Dios. Nosotros pensamos que las creencias cederán un día su lugar al Conocimiento.





En lo que concierne a la moral, pensamos que el sentido que se concede a esta palabra es equívoco y cada vez más engañoso. Para nosotros, no significa una obediencia ciega a las reglas (por no decir dogmas) sociales, religiosas, políticas o de cualquier tipo. Sin embargo, así es como muchos de nuestros conciudadanos perciben la moral en nuestros días, de ahí su rechazo actual. Nosotros consideramos que se trata más bien de la relación de respeto que todo individuo debería tener para consigo mismo, hacia los demás y hacia su entorno. El respeto a nosotros mismos consiste en vivir de acuerdo con nuestras ideas y en no permitirnos los comportamientos que reprobamos en otros. Tal como enseñaron los sabios del pasado, el respeto a los demás consiste en no hacer a nuestro prójimo lo que no querríamos que él nos hiciera a nosotros. En cuanto al respeto al entorno, osamos decir lo que es obvio: consiste en respetar a la naturaleza y preservarla para las generaciones futuras. Visto bajo este ángulo, la moral implica un equilibrio entre los derechos y deberes de cada ser humano, lo que le da una dimensión humanista que no tiene nada de moralizadora.

La moral, en el sentido en que acabamos de definirla, nos lleva al problema de la educación, que nos parece que se está perdiendo. La mayoría de los padres han abandonado su misión en este aspecto y carecen de las bases necesarias para educar correctamente a sus hijos. Para paliar esta carencia, muchos descargan su responsabilidad en los profesores. Pero el papel de quienes se dedican a la enseñanza ¿no es instruir, es decir, transmitir conocimientos? En cuanto a la educación, consiste sobre todo en inculcar valores cívicos y éticos. Nosotros compartimos la idea de Sócrates que veía en ella "el arte de despertar las virtudes del alma" tales como la humildad, la generosidad, la honestidad. la tolerancia, la bondad. etc. Independientemente de toda consideración de orden espiritual, pensamos que estas serían las virtudes que, de manera general, los padres deberían inculcar en sus hijos. Como es natural, esto implica, si no que ellos mismos las hayan adquirido, al menos que sean conscientes de la necesidad de adquirirlas.

Es bien sabido que los Rosacruces del pasado practicaban la alquimia material que consistía en transmutar en oro los metales viles, especialmente el plomo y el estaño. Lo que a menudo se ignora es que también realizaban una alquimia espiritual. Nosotros, los Rosacruces de los tiempos presentes, damos prioridad a esta última forma de alquimia porque el mundo la necesita más que nunca. Consiste, para todo ser humano, en transmutar los defectos en sus cualidades opuestas, para adquirir precisamente las virtudes a las que nos hemos referido anteriormente. Pensamos en efecto que estas son las virtudes que hacen la dignidad humana, y que el Hombre solamente es digno de su estatus cuando las expresa a través de lo que piensa, dice y hace. Es evidente que si todas las personas, independientemente de sus creencias religiosas, de sus ideas políticas o de otro tipo, hicieran un esfuerzo por adquirir estas virtudes, el mundo entero sería mejor. Por lo tanto, la Humanidad puede y debe regenerarse, pero para ello es necesario que todo ser humano se regenere a sí mismo, incluido en el plano moral.





En lo que concierne al arte, pensamos que en el curso de los últimos siglos, y más especialmente durante los últimos decenios, ha seguido un movimiento de intelectualización que lo ha conducido a ser cada ves más abstracto. Este proceso lo ha escindido en dos corrientes opuestas: un arte elitista y un arte popular. El arte elitista es precisamente el que se expresa a través de lo abstracto y cuya comprensión está limitada con mucha frecuencia a aquellos que se dicen o consideran iniciados. Por una reacción natural, el arte popular se opone a esta tendencia reforzando su manera de traducir lo concreto, a veces de una manera excesivamente figurativa. Por paradójico que parezca, porque es cierto que los extremos se tocan, tanto el uno como el otro caen cada vez más profundamente en la materia. De esta manera, a imagen de la mayoría de los aspectos de la actividad humana, el arte se ha convertido estructural e ideológicamente en materialista. En nuestros días, traduce ante todo los impulsos del ego y no las aspiraciones del alma, lo que sentimos profundamente.

Creemos que el arte verdaderamente inspirado consiste en traducir en el plano humano la belleza y la pureza del Plano divino. El ruido no es la música; embadurnar no es pintar; martillear no es esculpir; contorsionarse no es danzar. Cuando no se trata de efectos de la moda, son los medios de expresión quienes traducen un mensaje sociológico que no debería ser descuidado. Es obvio que hay cosas que pueden gustar, pero no nos parece oportuno denominarlas "artísticas". Pensamos que para que las artes participen en la regeneración de la Humanidad. deben extraer su inspiración de los arquetipos naturales, universales y espirituales, lo que implica que los artistas "se eleven" hacia los arquetipos en vez de "descender" a los estereotipos más comunes. Paralelamente, es absolutamente necesario que las artes tengan una finalidad estética. Estas son para nosotros las dos condiciones principales que debe reunir el arte para contribuir realmente a la elevación de las consciencias y para que sea la expresión humana de la Armonía Cósmica.





En lo que concierne a las relaciones del Hombre con sus semejantes, pensamos que cada vez son más interesadas y que cada vez están más lejos del altruismo. Es cierto que siguen manifestándose los lazos de solidaridad, pero suele ser ocasionalmente, con motivo de catástrofes (inundaciones, tempestades, temblores de tierra). En tiempos ordinarios, lo que predomina en los comportamientos es "que cada uno se valga por sí mismo". Según nosotros, este ascenso del individualismo sigue siendo una consecuencia del materialismo excesivo en que viven actualmente las sociedades modernas. No obstante, el aislamiento que se produce como consecuencia, debe terminan generando más pronto o más tarde el deseo y la necesidad de renovar el contacto con los demás. Además, es de esperar que esta soledad lleve al ser humano a penetrar en su interior y a abrirse finalmente a la Espiritualidad.

La generalización de la violencia nos parece igualmente preocupante. Es cierto que siempre ha existido, pero vemos que cada vez aparece más en los comportamientos individuales. Más grave aún, cada vez se manifiesta antes. En los comienzos del siglo XXI, un niño ha matado a otro sin aparentes remordimientos. A esta violencia efectiva se añade una violencia ficticia que llena las pantallas del cine y de la televisión. La primera inspira a la segunda y la segunda alimenta a la primera, creando un círculo vicioso que ha llegado el momento de detener. No se puede negar que la violencia tiene múltiples causas (miseria social, ruptura familiar, deseo de venganza, necesidad de dominio, sentimiento de injusticia, etc.), peno su factor desencadenante no es otro que la propia violencia. Con toda evidencia, esta cultura de la violencia es perniciosa y no puede ser constructiva, teniendo en cuenta además que por primera vez en la Historia, la Humanidad posee los medios para autodestruirse a escala planetaria.

Paradoja de los tiempos modernos, es fácil comprobar que en la era de la comunicación las personas apenas se comunican. Los miembros de una misma familia no dialogan entre ellos, todos están ocupados en escuchan la radio, mirar la televisión o navegar por Internet. La misma comprobación se impone en un plano más general: la telecomunicación suplanta a la comunicación propiamente dicha. De esta manera, el hombre queda encerrado en una gran soledad reforzando el individualismo del que hemos hablado anteriormente. Que nadie nos interprete mal: el individualismo, corno derecho natural a vivir de manera autónoma y responsable, no nos parece en absoluto condenable, sino al contrario. Pero que se convierta en una forma de vida basada en la negación de los otros, nos parece especialmente grave porque contribuye a la desagregación del entorno familiar y del entramado social.

Por contradictorio que parezca, pensamos que la falta de comunicación actual entre los conciudadanos es el resultado del exceso de información. No se trata evidentemente de cuestionar el deber de informar y el derecho a ser informado, ya que uno y otro constituyen los pilares de toda democracia verdadera. Nos parece no obstante que la información se ha convertido a la vez en excesiva e invasora, hasta el punto de generar lo contrario: la desinformación. Sentimos igualmente que esté focalizada en la miseria de la condición humana y que ponga de relieve ante todo los aspectos negativos del comportamiento humano. Al hacerlo, alimenta el pesimismo, la tristeza y la desesperación; y lo que es peor, la suspicacia, la división y el rencor. Aunque sea legítimo mostrar todo lo que participa en la fealdad del mundo, sería más interesante para todos revelar lo que tiene de bello. Ahora más que nunca el mundo necesita el optimismo, la esperanza y la unidad.

La comprensión del Hombre por el Hombre constituirá un avance considerable, más radical aún que el desarrollo científico y tecnológico que ha conocido el siglo XX. Esta es la causa por la que toda sociedad debe favorecer no solamente los encuentros directos entre sus miembros, sino que también debe abrirse al mundo. Nosotros defendemos la causa de una Fraternidad humana que haga de todo individuo un Ciudadano del mundo, lo que supone poner fin a toda discriminación o segregación de orden racial, étnico, social, religioso, político o de otro tipo. Finalmente, se trata de trabajar para el advenimiento de una Cultura de la Paz basada en la integración y en la cooperación, meta que siempre se han fijado los Rosacruces. Siendo la Humanidad una en esencia, su felicidad sólo es posible favoreciendo la de todos los hombres sin excepción.





En lo que concierne a las relaciones del Hombre con la Naturaleza, pensamos que nunca han sido tan malas en su conjunto. Es fácil comprobar que las actividades de los seres humanos tienen efectos cada vez más nocivos y degradantes sobre el entorno. Sin embargo, es evidente que la supervivencia de la especie humana depende de su capacidad de respetar los equilibrios naturales. Como consecuencia de las manipulaciones biológicas en lo relativo a la alimentación, de la utilización a gran escala de agentes polucionantes, de la acumulación mal controlada de los deshechos nucleares, por no citar más que los principales riesgos, el desarrollo de la Civilización ha puesto en peligro su entorno. La protección a la Naturaleza, y la salvaguardia de la humanidad que antes solamente concernía a los especialistas en la materia, se ha convertido ahora en una cuestión de ciudadanía. Es más, ahora ha alcanzado un plano mundial. Esto es tan importante que ha hecho que cambie el concepto mismo de Naturaleza y que el Hombre tome parte activa de ella: en nuestros días, ya no se puede hablar de "Naturaleza en sí misma". La Naturaleza será lo que el Hombre quiera que sea.

Una de las características de la época actual es el gran consumo de energía. Este fenómeno no sería inquietante si se hubiera llevado con inteligencia. Pero comprobamos que los recursos naturales están siendo explotados en demasía y que se van gastando gradualmente (carbón, gas, petróleo). Además, algunas fuentes de energía (centrales nucleares) presentan riesgos importantes que son difíciles de controlar. Observamos igualmente que a pesar de las recientes tentativas de concertación, existen peligros tales como las emisiones de gases con efecto invernadero, la desertización, la deforestación, la polución de los mares, etc., que no son objeto de las medidas adecuadas porque no existe suficiente voluntad. Además de que estos atentados al entorno hacen correr graves riesgos a la Humanidad, dan la imagen de una gran falta de madurez, tanto en el plano individual como colectivo. Aunque no todo el mundo piense igual, creemos que los desajustes climáticos actuales, con las correspondientes tempestades, inundaciones, etc., son una consecuencia de las agresiones que infligen los hombres desde hace mucho tiempo a nuestro planeta.

Con toda evidencia, existe otro importante problema que cada vez será más crucial en el porvenir: el del agua. Se trata de un elemento indispensable para el mantenimiento y desarrollo de la vida. Bajo una forma u otra, todos los seres vivos tienen necesidad de ella. El Hombre no es una excepción a esta ley natural, ya que su cuerpo contiene un 70% de agua. Sin embargo, aproximadamente un habitante de cada seis tiene problemas para acceder al agua dulce, proporción que puede alcanzar a uno de cada cuatro antes de medio siglo debido al aumento de la población mundial ya la polución de ríos y arroyos. Los grandes especialistas en la materia están de acuerdo en decir que la apuesta de este siglo será el "oro blanco" en lugar del "oro negro", con todos los riesgos de conflictos que ello supone. Se impone igualmente una toma de consciencia global del problema.

La polución del aire conlleva igualmente importantes riesgos para la vida en general y para la especie humana en particular. La industria, la calefacción y los transportes participan en una degradación de su calidad polucionando la atmósfera, lo que es una fuente de riesgos para la salud pública. Las zonas urbanas son las más afectadas por este fenómeno que amenaza con ampliarse según aumenta la urbanización. En este orden de ideas, la hipertrofia de las ciudades constituye un peligro para el equilibrio de las sociedades que no debe ser descuidado. En cuanto a su crecimiento, adoptamos la postura que en su época emitía Platón, a quien ya nos hemos referido: "Mientras, al agrandarse, conserve su unidad, la ciudad puede extenderse, pero no más allá". El gigantismo no puede favorecer al humanismo, en el sentido en que nosotros lo entendemos. Conlleva necesariamente el desarraigo en el seno de las grandes ciudades y genera malestar e inseguridad.

El comportamiento del Hombre hacia los animales forma parte igualmente de sus relaciones con la Naturaleza. Es deber suyo amarlos y respetarlos. Todos forman parte de la cadena de la vida, tal como se manifiesta sobre la Tierra, y todos son agentes de la Evolución. A su nivel, todos son igualmente canales del Alma divina y participar del Plan divino. Incluso podríamos considerar que los más evolucionados serán los hombres del futuro. Por todas estas razones, encontramos indignas las condiciones en que viven muchos de ellos y en las que son abatidos. En cuanto a la vivisección, vemos en ella un acto de barbarie. En general, consideramos que la fraternidad debe incluir a todos los seres que la vida ha puesto en el mundo. Compartimos los siguientes propósitos que se atribuyen a Pitágoras: "Mientras que los hombres continúen destruyendo sin piedad a los seres vivos de los reinos inferiores, no conocerán ni la salud ni la paz. Mientras se masacre a los animales, se matarán entre ellos. Porque quien siembra la muerte y el dolor no puede recolectar la alegría y el amor".





En lo que concierne a las relaciones del Hombre con el Universo, pensamos que están basadas en una interdependencia. Al ser el Hombre hijo de la Tierra y al ser la Tierra hija del Universo, el Hombre es por tanto un hijo del Universo. Los átomos que componen el cuerpo humano provienen de la Naturaleza y pueden encontrarse en los confines del Cosmos, lo que hace decir a los astrofísicos que "El Hombre es un hijo de las estrellas". Pero si el Hombre debe todo al Universo, el Universo también debe mucho al Hombre: no su existencia, pero sí su razón de existir. En efecto, ¿qué sería del Universo si los ojos del Hombre no pudieran contemplarlo, si su consciencia no pudiera abrazarlo, si su alma no pudiera reflexionar sobre él? En realidad, el Universo y el Hombre se necesitan el uno al otro para conocerse y para reconocerse, lo que no deja de recordarnos el célebre axioma que dice: "Conócete a ti mismo, y conocerás al Universo y a los dioses".

De lo anteriormente expuesto no debe deducirse que nuestro concepto de la Creación es antropocéntrico, ya que no hacemos del Hombre el centro del Plan divino. Digamos más bien que hacemos de la Humanidad el centro de nuestras preocupaciones. Según nosotros, su presencia sobre la Tierra no es fruto del azar o de un concurso de circunstancias. Es la consecuencia de una Intención que tiene su origen en esa Inteligencia universal a la que comúnmente llamamos "Dios". Aunque Dios, por Su Trascendencia, es incomprensible e ininteligible, no ocurre lo mismo con las leyes por las cuales Él se manifiesta en la Creación. Como ya hemos mencionado, el Hombre tiene el poder, si no el deber, de estudiar estas leyes y de aplicarlas para su bienestar material y espiritual. Pensamos incluso que es en este estudio y en esta aplicación donde reside, no solamente su razón de ser, sino también su felicidad.

Las relaciones del Hombre con el Universo plantean igualmente la cuestión de saber si existe la vida más allá de la Tierra. Nosotros estamos convencidos de ello. Puesto que el Universo cuenta con aproximadamente cien mil millones de estrellas, lo más probable es que existan millones de sistemas solares comparables al nuestro. En consecuencia, pensar que solamente nuestro planeta está habitado, nos parece muy limitado y que constituye una forma de egocentrismo. Entre las formas de vida que pueblan otros mundos, habrá muchas que estén probablemente más evolucionadas que las que existen sobre la Tierra; otras, estarán menos. Pero todas forman parte del mismo Plan divino y participan de la Evolución cósmica. En cuanto al hecho de saber si los extraterrestres se encuentran en condiciones de contactar con nosotros, pensamos que así es, pero no lo estamos esperando. Tenemos otras prioridades. No obstante, el día en que se produzca el contacto, porque se producirá, será un acontecimiento sin precedentes, porque la Historia del Hombre se fundirá entonces en la de la Vida universal...







EPÍLOGO


Querido lector:

He aquí lo que deseábamos hacerle llegar por medio de este Manifiesto. ¿Le ha parecido alarmista? A causa de nuestra filosofía, podemos asegurarle que somos a la vez idealistas y optimistas, y que tenemos confianza en el Hombre y en su destino. Cuando se considera las cosas útiles y bellas que ha creado en la ciencia, en la tecnología, en la arquitectura, en el arte, en la literatura y en otros aspectos, y cuando se profundiza en los nobles sentimientos que es capaz de experimentar y expresar, tales como el asombro, la compasión, el amor, no se puede negar que posee en él algo divino y que es capaz de trascenderse a sí mismo para hacer el bien. A riesgo de parecer utópicos, pensamos que el Hombre tiene poderes para hacer de la Tierra un lugar de paz, de armonía y de fraternidad. Sólo depende de él.

La situación del mundo actual no es desesperada, sino preocupante. Lo que más nos preocupa no es tanto el estado de la Humanidad sino el de nuestro planeta. Pensamos en efecto que el tiempo no cuenta para la evolución espiritual del Hombre, porque al ser su alma inmortal, tiene toda la eternidad por delante para evolucionar. Por el contrario, la Tierra está realmente amenazada a medio término, al menos, como marco de vida de la especie humana. El tiempo si cuenta para ella, por lo que pensamos que el verdadero reto del siglo XXI es su preservación. Esto es lo que deberían intentar la política, la economía, la ciencia, la tecnología y, de manera general, todos los campos de la actividad humana. ¿Es tan difícil comprender que la Humanidad no puede encontrar la felicidad si no vive en armonía con las leyes naturales, y por extensión, con las leyes divinas? Además, ¿es poco razonable admitir que dispone de los medios de protegerse a sí misma en su propio interés? De cualquier manera, silos hombres persisten en el materialismo actual, se cumplirán las profecías más sombrías sin que nadie pueda evitarlo.

Poco importan las ideas políticas, las creencias religiosas, las convicciones filosóficas. No son tiempos de división de ningún tipo, sino de unión: la unión de las diferencias al servicio del bien común. Nuestra fraternidad cuenta en sus filas con cristianos, judíos, musulmanes, budistas, hinduistas, animistas y también, agnósticos. Reúne igualmente a personas que pertenecen a todas las categorías sociales y que representan a todas las ideas políticas clásicas. Hombres y mujeres gozan de total igualdad y cada miembro disfruta de las mismas prerrogativas. Esta unidad en la diversidad es quien da poder a nuestros ideales y a nuestro egregor. Nuestra virtud preferida es la tolerancia, es decir, precisamente el derecho a la diferencia. Esto no nos hace sabios, porque la sabiduría integra otras virtudes. Nos consideramos filósofos, es decir, literalmente, "amantes de la sabiduría".





Antes de finalizar esta "Positio" y de ponerle el sello de nuestra Fraternidad, deseamos cerrarla con una invocación que podríamos llamar "Utopía rosacruz", en el sentido platónico del término. Hacemos una llamada a la buena voluntad de todos y de cada uno, a fin de que esta Utopía se convierta un día en realidad para el mayor bien de la Humanidad. Puede que este día no llegue jamás, pero si todos los hombres se esfuerzan en creer que es posible y actúan en consecuencia, el mundo será algo mejor...